CAPÍTULO 13: DETALLES.

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Un mes.
Un jodido mes en el que se habían ido y del cual no tenía noticias de ellos.

Estaba preocupado, de eso no había dudas. Los primeros días se mantuvo optimista, después de todo confiaba en la palabra de ella, pero los días se volvieron semanas y las semanas en un mes, ¿lo peor? Lo peor era que nadie le decía nada, y no porque no quisieran decírselo, más bien era porque nadie de su familia, la que estaba al tanto de la realidad de sus primos, parecía saber qué era lo que ocurría. Algo sumamente preocupante.

Había perdido la cuenta de cuantas veces abordó a Josephine, solo para recibir la misma contestación, no sé nada Dereck, de verdad, aquello lo llenaba de un coraje indiscriptible, ¿cómo una madre no sabría del paradero de su hija?, de Maddeline podía entenderlo, ella era una pésima madre y aunque Josephine era como era, por lo menos, en el pasado, había tenido la decencia de saber en dónde ubicar a Danielle, y ahora, no entendia el por qué aquello había cambiado.
También perdió la cuenta de cuantas maldiciones soltaba por día, no sabía qué hacer y le desesperaba no tener respuestas, necesitaba saber que ellos estaban bien, los tres, necesitaba verlos, así fuera por cinco minutos, pero con eso estaría tranquilo. 

Sin tan sólo atendiera el teléfono...

—Matarte la cabeza no hará que vuelvan.

El chico presionó los labios al escuchar aquello.
Sabía que tenía razón, aun así no podía evitarlo y suspirando, levantó la mirada para luego enfocarla en el mayor.

—¿Cómo te sientes? —preguntó desviando el tema— ¿Quieres continuar con las terapias o está bien por el momento? Si estás muy cansado no dudes en decirlo ¿okey?

Peter sonrió divertido.
De cierta forma el  chico le recordaba a su nieta.

—Me falta una repetición así que tranquilo, puedo con eso —lo tranquilizó mientras se impulsaba con ambos brazos, sosteniendo su peso en ellos a la par que se aferraba a las barras y se ponía de pie.

Dereck lo observó con admiración, orgullo y felicidad.
Ver como poco a poco su tío, quién era lo más parecido al abuelo materno que nunca tuvo, comenzaba a recuperar la fuerza y movilidad lo llenaba de regocijo. También empezaba a comprender el porque Danielle no los dejaba ir a verlo, compartir estos pequeños logros con el mayor era algo tan gratificante, que hasta él no hubiera dudado en volverse egoísta, solo para poder presenciar eso para él mismo.

Peter, quién era sostenido por un arnés ortopedico, solo por precaución, empezó a dar pequeños pasos y a medida que pasaban los minutos, aquellos pequeños se alargaron un poco, cosa que pareció agradarle de sobremanera a ambos allí, sobretodo a él. Estaba feliz de todo lo que su tío estaba logrando, Dios sabía que él no merecía en esa situación, que era una buena persona, la mejor que ha conocido y de verdad rogaba porque la vida le diera una segunda oportunidad.

Sin embargo, aquello que marchaba bien, segundos después se convirtió en genuina preocupación.
No era para menos, la nariz de Peter empezó a sangrar y de inmediato, los doctores y enfermeros que allí habían, detuvieron todo lo que estaban haciendo y corrieron a socorrer al mayor. Luego de varios minutos de tensión, después de acostar a su tío en la camilla, y lograr detener la hemorragia nasal, fue que pudo respirar tranquilo.

—El sangrado es por el sobre esfuerzo señor Fornells, sabe muy bien que no debería sobre esforzarse, recuerde que no es bueno para su recuperación —inquirió el doctor—. Sin embargo, le haremos unos examenes para descartar cualquier anomalía ¿de acuerdo? 

—Sí. Está bien.

—Su enfermera asignada vendrá en unos minutos para tomar una muestra de sangre —Peter asintió—. Por mientras tanto, trate de mantenerse tranquilo ¿sí?, recuerde que debo informar esta situación a la señorita Zograf.

QUÉDATE CONMIGO [EMISIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora