CAPÍTULO 9: PIEZAS DE AJEDREZ.

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Aquello tenía que ser una maldita broma.

Apenas cumpliría 15 dentro de dos meses y ya la iban a comprometer, ¿en qué jodida cabeza cabía eso?, no lograba comprenderlo. 

—Es por eso —ladeo la cabeza sin dejar de sostener la botella partida—, que viniste tú, ¿no? Porque de decirme esto otro, no dudaría en destrozarlo y creeme que me estoy conteniendo por todo el cariño que te tengo, en hacerte daño en este momento.

—Suelta eso ¿quieres? —observaba como la sangre salía a borbotones y un charco de la misma empezaba a formarse en el piso—. Sí, lo hice por eso, y para que supieras la situación. Actualmente no confío en los Ingleses, no importa que Geoffrey y nuestros padres hayan y sean los mejores amigos, una cosa son ellos y otra nosotros. 

—Eso no tiene...

—¡Basta! Suelta esa maldita botella y enfoquemonos en esto ¿sí? —la interrumpió—. Entre nosotros siempre nos hemos cuidado Danielle, tú y yo siempre estuvimos juntos, crecimos juntos, vivimos juntos, eres la única amistad real que tengo, así que hazme caso cuando te digo que tenemos que estar precavidos —desvió la mirada hacia el castaño— ¿cierto? Hazla entrar en razón Montgomery, por algo serás su Sovietnik.

—No digo que no te haré caso, siempre escucho lo que me tienes que decir Dimitrov —alegó ella—, pero ¿anunciar el compromiso? ¿Es en serio? 

—No me desagrada la idea, siendo sincero. Solamente están siendo precavidos, Félix es quién está moviendo las fichas y Baran le aconsejó que era lo más idóneo.

—Nos están colocando la soga al cuello —bufó soltando los vidrios haciendo que todos los presentes se relajaran un poco—. Si mal no recuerdo, de yo no estar tendrás que casarte con Gabrielle.

—¿Ahora entiendes lo que quiero decir? —suspiró—. Me atacaron primero porque soy la pieza más cercana, sin embargo al no lograr nada, vendrán por ti y lo sabes.

Ella bufó.

—No sabía que eramos unas malditas piezas de ajedrez. 

Aquello lo hizo reír levemente.

—En el tablero eres la Reina, no por nada te llaman ледяная королева [Reina del hielo].

—Idiota. Céntrate ¿quieres? 

—Mira, dentro de unos meses dejaré de ser un hombre libre, así que no me pidas mucho ¿sí? Además tienes que curarte esa herida.

Suspiró y contó hasta diez. Más no dijo nada, sólo lo dejó ser, después de todo tener esa actitud algo infantil era algo que de pequeños les fue negada, así que simplemente negó con la cabeza para luego girarse hacía Braiden, mismo que se mantenía en silencio, esto se debía a las reglas que tenían, si los jefes hablaban ellos no comentaban ni decían nada a menos que estos pidieran su opinión, como lo haría Danielle en ese momento.

—¿Qué piensas? 

—¿Sinceramente? —ella asintió—. Esto es una mierda, eso pienso. De resto, Dimitrov tiene razón y aunque su unión los ponga en el ojo del huracán, sabrán estar prevenidos, después de todo, hace más de 45 años que no hay una unión entre ambas mafías y hacerla les concederá un gran poder entre las organizaciones europeas. Además, nuestros origenes son Búlgaros, que nuestra tatarabuela Viktoria se casara con un ruso que resultó ser nuestro tatarabuelo Bronisław Spliczenko, es otra cosa. No lo sé, es jodido pero pienso que cada cosa vuelve a su origen después de todo.

La chica se frotó el rostro con la mano buena para luego asentir.

—De acuerdo. Por ahora necesito pensar con la cabeza fría —el pelinegro asintió en compresión—. Agradezco que fueras tú quién me lo dijo, aunque ganas de golpearte no me faltaron, no podría dañarte aunque quisiera y eso te hace peligroso —ambos sonrieron—. Estaré pendiente de cualquier situación y no dudaré en contactarte si algo ocurre ¿de acuerdo? 

QUÉDATE CONMIGO [EMISIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora