CAPÍTULO 14: ROTOS.

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La situación era tensa y un tanto agobiante.

Se sentía asfixiado e incómodo y no sabía que hacer. Lo único que tenía claro es que no podía soportar aquellas miradas amarillentas sobre si mismo.

El sonido de los hielos chocando contra el cristal de aquél vaso de vidrio lo tenían al borde de la desesperación y no era para menos, era lo único que se podía escuchar por todo el lugar.

Tampoco se podía mover, o tal vez sí, pero no quería hacerlo. Un paso en falso y aquél chico que lo observaba como a un borrego que está a punto de ser degollado, no dudaría en atacarlo.
De eso estaba completamente seguro.

Sabía que su situación era algo delicada, pero él sólo cumplía órdenes y ahora, por eso mismo su vida estaba en peligro.
Sudando frío, tragó en seco y levantó la mirada hacia la persona que seguía trazando en círculos los cubitos de hielo que se iban deshaciendo, encontrándose con un rostro cubierto de moretones, una mirada indescifrable y aquellos ojos grises tan intimidante, a los que apenas pudo sostenerle la mirada.

No habían transcurrido dos días, cuándo todo se puso de cabeza con el regreso de dos de las futuras cabezas de sus clanes. Algo que les sorprendió a más de uno, nadie nunca había salido tan rápido del pandemonium y ellos lo habían logrado luego de tres semanas en ese lugar.
Mismas en las que presenciaron un montón de atrocidades que los dejaron marcados de por vida, tanto física como psicológicamente.

También allí descubrieron cosas del bajo mundo, cosas que usarían a su favor y eran esas mismas que los habían enfurecido a tal punto de tener como un sólo objetivo: salir de allí a como de lugar, es por esto que cuándo lo lograron, no quisieron ser atendidos por los médicos que allí habían, no dejaron que se les acercarán, simplemente agarraron el primer auto que consiguieron y se dirigieron rumbo a dónde sabían que estabas los hijos de puta que conspiraron en su contra.

Nadie en aquél edificio se atrevió a detenerlos.
Más bien todos los observaban anonadados, sorprendidos y con temor, aunque no era para menos, la imágen de ambos era escalofriante, parecían sacados de una película de terror. Cubiertos de sangre y barro, en sus brazos adornaban cicatrices de lo que parecían ser cuchillazos y sus miradas denotaban una profunda molestia, digna de paralizar a cualquiera que se les enfrentara.

Cuándo dieron con la puerta en la que sabía se encontraban, no dudaron ni un segundo en patearla hasta hacerla caer y sin más, entraron dejando a más de uno conmocionado por la intromisión.

Es que allí se encontraban en plena reunión anual de los líderes de cada organización de la Bratva, tratando temas en pro a las distintas organizaciones, como los eran los económicos, políticos y seguridad.
Misma que se vio interrumpida debido a la llegada de aquellos dos chicos, siendo estos los que no dudaron en moverse rápidamente, desenfundar sus armas y colocar el cañón de estas a ellos dos en sus frentes.

Nadie dijo nada. El silencio luego de eso fue abrumador, aunque minutos después ambos se repusieron y encararon a sus hijos de los cuáles no dudaron en burlarse de ellos.
Los tildaron de débiles e impulsivos, también los retaron a que no serían capaces de hacerles nada, logrando así obtener un disparo en una de sus piernas por parte de aquellos dos.

Algo en ellos había muerto, sabían que no serían los mismo, el chico había recuperado sus memorias, sabía lo que había hecho en el pasado, un pasado que lo iba a atormentar toda la vida, sin embargo por ahora su prioridad era enfrentar al mal nacido de su padre y no dejarse intimidar como lo hizo durante los dos años que pasaron desde aquél incidente en el que su cerebro decidió resguardar aquellos recuerdos dolorosos en los que fue protegido y cuidado por su hermano y prima.

QUÉDATE CONMIGO [EMISIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora