CAPÍTULO 12: MORIOR INVICTUS.

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Murmansk — Rusia.

2 años atrás.

Pasos apresurados era lo que se podía escuchar en aquel asfixiante y perturbador silencio, para luego ser consciente de como las puertas se abrieron y sangre fue lo primero de lo que se percataron apenas pusieron un pie dentro y el olor no dio tregua, fue instantáneo sentirlo segundos después de haber entrado.

Ambos observaron por todo el lugar, para luego observar debajo de los pies del chico, las baldosas de cerámica negra ahora estaban pintadas de la sangre que yacía bajo los pies ajenos. Aquellos que habían presenciado aquel acto mantenían la cabeza baja y temblaban en sus lugares, no era para menos, habían subestimado los alcances del menor y ahora no podían siquiera mantenerle la mirada. Es que el poder que emanaba era indescriptible, y más si tenía aquella mirada maniática en esos ojos mieles que no mostraban más que arrogancia y altivez.

Estaba satisfecho, de eso no había dudas y es por eso que no se había percatado de lo que había hecho, o lo que lo obligaron a hacer sin ser consciente. Danielle observó la espalda del chico subir y bajar por cada respiración que daba para luego erguirse y girar a verla con aquella expresión de tranquilidad, o al menos eso le parecía, después de todo no sabía con qué lado de él estaba tratando.

Sin embargo, no le da importancia a esto y traslada su mirada a los sinfines de cuerpos sangrantes que se encontraban en el piso, logrando que todos allí se tensaran, después de todo ella no tenía que estar allí, ninguno de ellos, salvo el chico que estaba cubierto completamente de sangre, las imágenes de algunos miembros cortados, para otros hubiera sido escalofriantes pero para ellos no, es más no le dieron importancia o quizás sí, porque después de todo, para nadie era un secreto lo intuitiva que era ella y aquellas personas que allí fueron espectadores habían cometido el más grave de los delitos y nadie fue capaz de detener aquello.

No fue hasta que Braiden reparo en uno de los cuerpos que empezó a recorrer con la mirada cada uno de ellos, logrando que tensionara la mandíbula siendo consciente del terror que embargo a todos allí y con una sonrisa sínica, sumamente cruel, que no albergaba nada bueno para ellos, se acercó a ella y sin dudarlo, susurró las palabras que serían una sentencia de muerte para todos ellos, porque apenas la palabra niños, salió de los labios del mayor, la mirada de ella se oscureció y empezó a reír, soltando una risa demasiado siniestra, para luego negar y compartir una mirada con el chico, mientras el otro los observaba sin entender.
Así era mejor, él no debía saber que había hecho.

Luego de un par de minutos, mismos en lo que había ordenado, en Latín fluido, para que ninguno supiera que haría a continuación, traer a los miembros de cada una de las familias que allí se encontraban y lograr someter a esa misma gente, que no les tomó mucho esfuerzo realmente, poco a poco fueron trayéndolos, ganándose gritos, jadeos y reclamos.
Aquello era sumamente malo, lo sabían y que los hermanos Montgomery tuvieran sus miradas en ellos, lo hacía aun peor.

Una vez estuvieron todos allí, observó hacia el podio en donde estaban los causantes de aquel desastre y tras verificar que todo estaba en orden, asintió y Braiden se acercó, dándole un par de dagas, mismas que empezó a girar entre sus dedos, no por nada había pasado años entrenando y mejorando su técnica, para lograr eso.

—Malcom —lo llamó—. Alea jacta est.

El chico asintió mientras sonreía para luego girarse a ver a Braiden, a lo que él pegó sus labios al oído de ella y susurró; morior invictus, logrando que la mirada de la chica se oscureciera y una sonrisa tétrica y desquiciada, se plasmara en su rostro. Haciendo que Malcom ladeara la cabeza y Braiden solo observara a las próximas victimas con intensidad, después de todo, aquello sería un juego para él.

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