Epílogo

467 68 7
                                    

Barcode se despertó el día de su cumpleaños temiendo en parte que fuera un sueño.

Jeff no se separó mucho de él, como si creyera que iba a evaporarse en cuanto le quitase los ojos de encima. Se pasó toda la tarde asomándose cuando menos se lo esperaba para preguntarle:

—¿Sigues aquí?

Barcode se echaba a reír y asentía con la cabeza.

—De momento no se me está cayendo nada.

Cuando el sol se puso y vio que seguía con el mismo aspecto que tenía al despertarse, asimiló la verdad.

Había terminado. Eran libres. Los dos.

El alivio le inundó el corazón. Jeff ya no tenía que dar caza a su pueblo y Barcode ya no tenía que vivir aterrado por su cumpleaños.

Nunca más. Era perfecto.

Tres años después

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Tres años después

De perfecto nada.

Barcode se mordía el labio mientras contemplaba con los brazos en jarras cómo Jeff, Nodt y Krist discutían acerca del parque de juegos que quería que le montaran a Big en el patio trasero.

Los trabajadores que iban a instalarlo aguardaban en la parte delantera de la casa mientras que ellos tres discutían allí detrás.

—No, el tobogán está demasiado inclinado —decía Jeff—. Podría caerse y sufrir una conmoción.

—Anda ya... —masculló Nodt—. Pero puede hacerse daño en el balancín.

—Lo del balancín se las trae... —intervino Krist—. Y los columpios son una invitación a que se estrangule. ¿De quién ha sido la idea de comprarle esto?

Barcode puso los ojos en blanco mientras Big se aferraba a su mano y se echaba a llorar porque se llevaban su parque de juegos.

Bajó la vista hasta su abultado vientre y suspiró.

—Sigue mi consejo, cariño. Quédate ahí dentro todo el tiempo que puedas. Estos tres acabarán desquiciándote...

Cogió a Big en brazos y se acercó a Jeff, al que obligó a hacerse cargo del pequeño, que lloraba a lágrima viva.

—Explícaselo a tu hijo mientras yo vuelvo adentro para acabar de colocar los paneles acolchados en su habitación.

—Oye, pues tiene razón en eso —dijo Nodt—. Sí que necesitamos más paneles acolchados.

Y se lanzaron a discutir esa cuestión.

Barcode soltó una carcajada. Pobre Big, aunque al menos sabía que todos lo adoraban. Abrió la puerta corredera de cristal y entró en la casa.

Dos segundos después, Jeff estaba detrás de él, levantándolo en brazos.

—¿Estás ya desquiciado del todo?

—No, pero creo que tú sí.

Jeff se echó a reír.

—Un poco de precaución...

—Vale por diez años de terapia, lo sé.

Jeff gruñó mientras lo llevaba en brazos por la casa.

—¿De verdad quieres que tenga ese parque de juegos?

—Sí. Quiero que Big tenga lo único que yo no tuve.

—¿Y qué es?

—Una infancia normal.

—Vale —dijo él con un suspiro—. Si es importante para ti, instalaremos el parque.

—Lo es. Y deja de preocuparte. Si se parece en lo más mínimo a su padre, y se parece mucho, hará falta algo más que un golpe para romperle esa cabeza tan dura que tiene.

Jeff fingió sentirse ofendido.

—¿Ahora me insultas?

Barcode le echó los brazos al cuello y apoyó la cabeza en su hombro.

—No, cariño. No te estaba insultando, era un elogio.

Él sonrió.

—Buena salida. Pero si de verdad quieres elogiarme, se me ocurre una manera mejor.

—¿En serio? ¿Y cómo?

—Desnudo y en mi cama.







¡Gracias por leer!

El siguiente libro es el de Off y Gun <3

05 JeffBarcodeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora