Capítulo 02

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Jeff seguía pensando en el desconocido mientras aparcaba el Ford Expedition verde oscuro en su garaje de cinco plazas. Frunció el ceño al ver el Hummer rojo aparcado en el otro extremo y apagó el motor.

¿Qué coño estaba haciendo Nodt en casa? Se suponía que iba a pasar la noche con su novia. Entró para averiguarlo.

Lo encontró en el salón, montando... una cosa enorme. Tenía unos brazos metálicos y otros accesorios que le recordaban a un robot de diseño cutre. El cabello rizado y negro del muchacho estaba alborotado, como si se lo hubiera estado mesando. La habitación estaba plagada de objetos y papeles, junto con un buen número de herramientas.

Era gracioso verlo bregar con la larga barra metálica que intentaba colocar en una especie de base. En un momento dado, uno de los brazos se soltó y lo golpeó en la cabeza. Nodt soltó la barra con un taco.

Jeff se echó a reír.

—¿Otra vez has estado viendo la Teletienda?

Su escudero comenzó a frotarse la parte posterior de la cabeza al tiempo que le asestaba una patada a la base.

—No empieces, Jeff.

—Chaval —lo reconvino con seriedad—, será mejor que cuides ese tono.

—Sí, ya, me has acojonado... —replicó el muchacho con una nota de irritación en la voz—. Tu aterradora presencia ha hecho que me mee en los pantalones. ¿Lo ves? Mira cómo tiemblo. ¡Socorro!

Meneó la cabeza ante las ocurrencias del muchacho. Nodt no se cortaba ni un pelo a la hora de burlarse de él.

—Sabía que debería haberte llevado al bosque cuando naciste y haberte dejado morir.

Nodt resopló.

—¡Oooh! Otra perla de retorcido humor vikingo... Lo que me extraña es que mi padre no tuviera que llevarme ante ti nada más nacer para que me examinaras. Menos mal que no soportas el barnaútbur∂r, ¿verdad?

Jeff le lanzó una mirada asesina; y no porque pensara que fuera a surtir algún efecto, sino más bien por costumbre.

—El simple hecho de que seas el último de mis descendientes no significa que tenga que soportarte.

—Sí, yo también te quiero, grandullón —replicó su escudero mientras volvía a ocuparse del objeto que estaba montando.

Jeff se quitó el abrigo y lo dejó sobre el respaldo del sofá.

—Te juro que voy a cancelar la suscripción a la televisión por cable como esto siga así. La semana pasada fue el banco de pesas y el de remos. Ayer esa cosa para la cara y hoy, esto. ¿Has visto toda la porquería que hay en el desván? ¡Parece un mercadillo de objetos usados!

—Esto es distinto.

Jeff puso los ojos en blanco. Ya había oído eso antes. —¿Qué coño es, por cierto?

Su escudero le contestó mientras volvía a colocar el brazo en su sitio.

—Es una lámpara de rayos UVA. Creí que estarías un poco harto de verte tan blanco.

Jeff lo miró con expresión socarrona. Gracias a los genes galos de su madre, su piel no era demasiado pálida, sobre todo si se tenía en cuenta que llevaba más de mil años sin ver el sol.

—Nodt, da la casualidad de que soy vikingo y de que estamos en Minnesota, en pleno invierno. La falta de bronceado es algo normal en los países nórdicos. ¿Por qué te crees que nos dispersamos por media Europa?

—¿Porque os pillaba cerca?

—No, porque queríamos descongelarnos.

Nodt le hizo un gesto grosero con la mano.

05 JeffBarcodeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora