Capítulo 07

280 55 8
                                    

—Llévame hasta Barcode —masculló Bank a la Cazadora Oscura pelirroja que estaba sentada a su lado en el coche. No tenía por costumbre dejar que lo controlaran o que controlaran el lugar donde se encontraba—. Soy el único que puede protegerlo.

—Claro... —dijo Corbin al tiempo que enfilaba el camino de la mansión—. Lo protegiste de maravilla de... la basura, ¿no?

Bank lo vio todo rojo. Sintió el terrible impulso de reducir a la Cazadora a polvo... herencia de la mala leche de su madre. Por suerte para Corbin, había heredado mucho más de su padre y ya hacía tiempo que había aprendido a respirar hondo para no ceder a sus impulsos infantiles.

Enfadarse no serviría de nada. Tenía que encontrar a Barcode, y si utilizaba sus poderes, Yibo también lo localizaría. Ese capullo había aprendido a rastrear el débil rastro que dejaban sus poderes y lo utilizaba en su contra. Esa era la razón por la que no se había enfrentado a él en el club. Le gustara o no, Yibo era más poderoso. Más que nada porque le importaba una mierda a quién se llevaba por delante para salirse con la suya.

Lo que quería decir que necesitaba que la Cazadora lo llevara hasta Code.

Se había teletransportado del apartamento solo cinco minutos, para ir a ver a la Destructora y decirle que dejara a Barcode tranquilo.

¿Cómo iba a saber que Apolimia pensaba utilizar esa distracción para enviar a Yibo y sus hombres?

Se sentía tan traicionado que apenas podía respirar. Había pasado incontables siglos sirviendo lealmente tanto a Apolimia como a Artemisa. Pero las dos lo estaban utilizando en esos momentos para luchar la una contra la otra y no le gustaba ni un pelo.

Y todavía se preguntaban por qué su padre se negaba a participar de sus jueguecitos de poder. Era mucho más listo que él, ya que siempre había sido capaz de mantenerse al margen. Claro que él parecía comprender a ambas diosas.

Ojalá pudiera acudir a él. Sin duda pondría fin a esa situación en cuestión de segundos. Pero involucrarlo solo empeoraría las cosas.

No, tenía que solucionarlo él solo.

Además, ya no le importaban los deseos de ninguna de las dos diosas. Se había encariñado muchísimo con Barcode en esos cinco años y no quería que usaran a su amigo, mucho menos que le hicieran daño.

Había llegado el momento de que lo dejaran tranquilo. Todos.

Corbin salió del coche y se acercó a la puerta de la casa para abrirla. Bank la siguió.

—Mira, estamos del mismo lado —le aseguró.

La pelirroja lo miró como si se hubiera vuelto loco.

—Lo que tú digas, encanto. Vamos, entra para que pueda tenerte vigiladito y evitemos que cometas una estupidez como dejar que los enemigos de Barcode le vuelvan a echar el guante.

Bank usó sus poderes para mantener la puerta cerrada. Corbin tiró del pomo y golpeó la madera con la mano.

—Piensa un poco —dijo con voz airada—, si quisiera a Barcode muerto, ¿no crees que ya lo habría matado después de cinco años? ¿Por qué iba a esperar hasta ahora?

Corbin se apartó de la puerta.

—¿Cómo sé que os conocéis desde hace cinco años?

La pregunta le arrancó una carcajada mordaz.

—Pregúntaselo y te enterarás.

La Cazadora lo miró fijamente.

—¿Y por qué lo dejaste desprotegido esta noche?

05 JeffBarcodeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora