Capítulo 6

2.5K 205 21
                                    

Seguramente el desayuno se ha enfriado, pero no quiero verlo. Mis lágrimas me han fallado esta vez y se están derramando por mi rostro. No le había dado la oportunidad de abrir el grifo y precisamente ahora lo hago.

En el mismo momento en que dejo escapar un sollozo ahogado y él me gira para que lo vea.

—Desayunemos—Le digo sin verlo a los ojos y me limpio las lágrimas.

—Cielo—Me toca el mentón que no para de temblar y lo veo.

—Lo siento—Lo veo con dolor—Yo... no quiero que me veas así.

—Eres humana—Me lo recuerda como aquella vez que estuve en su casa en Rusia—Que no se te olvide.

—Estoy bien—Miento.

Cuando intento alejarme de él, me lo impide y de nuevo me toca el rostro para que lo vea.

—Déjalo salir—Me ordena.

Y como si sus palabras tuvieran algún poder sobre mí, las lágrimas empiezan a brotar a chorros.

Me echo a llorar en su pecho y lo abrazo tan fuerte que creo que lo estoy lastimando.

—Llora—Susurra masajeando mi espalda—Llora todo lo que quieras, estoy aquí contigo, Elaine.

—Lo siento—vuelvo a decir.—Lo siento tanto.

—No tienes que sentir nada.

Así permanecemos un par de minutos más y me lleva hasta la mesa de nuevo, me toma de las manos y hace que me sienta en su regazo y me da de comer en la boca como una niña.

Dona con relleno de caramelo.

Me rio—Eres inverosímil—me burlo y vuelvo a abrazarlo.—Gracias.

—Come, Cielo.

Lo veo y ahora soy yo la que le da de comer a él como un niño.

Pastel de chocolate.

—¿Puedes comer pastel?

Asiente con la cabeza y limpio la comisura de su labio.

—Eloise hace un pastel de chocolate especial—Me explica porque sabe que me preocupo por su enfermedad—No tiene azúcar, pero es dulce.

—¿El tabaco no tiene tabaco?—Pregunto insolente.

De inmediato me fulmina con la mirada, aquí no tiene otra salida más que admitir que el tabaco es dañino.

—No me hace daño fumar de vez en cuando—Atisba queriendo hacer una rabieta—Y tampoco el champagne.

—En el bar siempre lo haces.

—¿Adónde quieres llegar?

—Quiero que te cuides, no debes fumar y tampoco tomar alcohol, seguramente tomas alguna medicación y no puedes...

—Cielo—Me calla poniendo su dedo en mis labios. —Estoy bien, el tratamiento está bien, voy a estar bien.

—Caíste en mis brazos—Susurro con voz quebrada al recordar ese momento en que le dio un ataque de hipoglucemia—Si tú sentiste que la tierra se abría cuando me viste con el arma, lo que yo sentí no se compara a ese día.

Regreso la mirada y es como si le hubiese dicho lo más maravilloso del mundo, no lo es, recordar ese día no es para que sus ojos estén brillantes como lo están en este momento.

Pero no es alegría, es nostalgia.

Nadie se ha preocupado por él nunca.

—Atrapado—Sisea y me toma de la cara para darme un beso, un beso totalmente diferente a los que me ha dado, es como si estuviese dándome las gracias por lo que acabo de confesarle.

La Profesional  (Libro 2) (Ya en Físico y Audiolibro)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora