Capítulo 16

2.3K 198 8
                                    

Es un maldito hijo de puta al castigarme de esta manera. Ni siquiera me da tiempo de pensar quién es la mujer con la que ha venido. Seguramente lo sigue esperando mientras me folla en mi camerino.

—¿Estás lista para mí, Cielo?

No quiero responderle, porque estoy segura que mi cuerpo lo hace en respuesta.

—Joder, Elaine.—Gruñe embistiéndome despacio. Es algo nuevo que lo haga de esta manera. No solamente me está torturando a mí, sino también a él.

—No puedo ¡Joder!—abro los ojos asustada porque pienso que va a dejarme así. Sale de mí y no me da tiempo de procesar su huida cuando me vuelve a penetrar de un solo empellón, esta vez rápido y sin intención de detenerse.

—¡Aleksei!

—No hables, joder.—me reprende y me calla con un beso sediento y resbaladizo.

Sale de mí y empieza a llevar mi humedad hasta mi ano. ¿Qué mierda hace ahora?

—Relájate—Me pide con voz ronca, pero no va a funcionar esta vez. Estoy jodida.

—¿Qué haces?

—No hables.

Masajea mi clítoris mientras me prepara para esa penetración nueva entre los dos y gimo del placer con sólo imaginar lo que me va a provocar.

—Te gustará, confía en mí, Cielo.

¿Qué confíe en él? ¿Se ha visto en un espejo? O ¿SE LA HA VISTO EN UN ESPEJO?

Relajo todo mi cuerpo y hago lo que me pide, esta vez sin protestar. Cuando siento que empieza a empujar en mi abertura, me tenso de inmediato.

—¡Joder!—grito y su pulgar llega hasta mi clítoris nuevamente y empieza a darme placer para relajarme. Mágicamente lo hago hasta que sigue empujando de raíz dentro de mí.

La presión duele, pero al mismo tiempo es un placer que me está empezando a gustar y cuando menos lo siento, ya mis caderas empiezan a moverse hacia adelante para terminar de recibirlo.

Poco a poco me va embistiendo y nunca aparta su mirada de mí. Lleva su mano libre hasta mis labios y los toca. Esta vez no aparta sus dedos cuando lo beso. En cambio mete uno dentro de mi boca y trazo círculos con mi lengua alrededor de él.

—¡Joder! Me encanta sentirte apretada de todos lados, Cielo.

Empieza a moverse de manera precisa y perfecta, haciéndome temblar desde los pies hasta la punta de mis pezones. No se mueve de manera salvaje, está siendo cuidadoso y paciente con lo que hace, aunque a juzgar por su cara, se está conteniendo de correrse antes que yo.

—Eres perfecta—Escucharlo decir eso me dan ganas de llorar. Siempre que me hace el amor, ya sea con su manía de darme órdenes o castigándome, es algo que me llena y me hace amarlo más.

No me lastima físicamente, tiene un punto donde ir, me da donde más me duele y esa es su atención, privarme de su deseo.

—¡No te detengas!—Le grito arqueando mi espalda sobre la isla. Me tiene aferrada a su cadera, más no me deja tocarlo ni verlo a la cara porque la echa hacia atrás mientras sigue penetrándome sin vacilación.

—¿Te atreves a darme órdenes?—me advierte con ese tono de voz antes de que cometa una locura, pero estoy dispuesta a mandarlo a mierda si me reprende por hacerlo. Él tiene la culpa de que esté fuera de control.

—¡Sí!—Exclamo y me penetra con más ímpetu.—¡Por favor!

—¡Espera!—Me ordena ahora él—No te atrevas a correrte sin que te lo ordene, Elaine.

La Profesional  (Libro 2) (Ya en Físico y Audiolibro)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora