Capítulo 34

1.8K 172 6
                                    

—¿Siempre te has dedicado a ello?—Es la primera pregunta que hago mientras hemos permanecido media hora sin hablar en el café cerca de mi casa.

—Prácticamente lo heredé.

—Dijiste que no eras igual a tu padre.

—Te dije que era mejor—Dice con arrogancia—A mi padre lo descubrieron porque dejaba huellas, yo no las dejo.

—¿Por qué tantos negocios, entonces?

—Porque necesito limpiar todo tipo de rastro—Da un sorbo a su café—Un abogado no tiene doscientos mil millones de dólares vagando por ahí.

Santa mierda.

Y eso es solamente un aproximado.

—¿Vas a dejarme?—Pregunta tomando mi mano, quisiera apartarla, pero la verdad es que ni siquiera me molesto en hacerlo.

—Porque me entregaste tu imperio si piensas que voy a dejarte.

—Porque sé que no lo harás, más sin embargo quiero escucharlo de tu boca.

—No debes confiar tanto en mí, casi no me conoces.

—No sé muy bien quién eres—Su tono cambia a gris—y esa es la parte que más me gusta.

Este no es el hombre de quien me enamoré. Ese hombre ya no existe, nunca existió. Así que haré mi trabajo de una jodida vez.

—¿Por qué no aceptaste hacer negocios con Nabókov?

Veo la tensión en su mirada y la cizaña de mi pregunta.

—Porque no era mejor que yo, y desde que te vio de esa forma—Sonríe fríamente—Quise matarlo en vez de sentarme y hacer negocios con él.

—¿A cuántas personas has matado?—Antes de que pueda responder, pienso en otra mejor—¿Has matado a alguien que fuese inocente?

—Solamente he matado a hombres como Sergei Nabókov.

Algo dentro de mí, me dice que eso es verdad, pero a las pruebas me remito.

—¿Por qué me preguntas eso?

Antes de hacer mi última movida y entregarlo, tengo que saber la verdad sobre la muerte de mi padre, una fotografía no prueba nada, necesito ver, escuchar, ir al mismo infierno si es posible y ver que realmente Aleksei mató a mi padre.

Mientras tanto—Curiosidad—Tomo un sorbo de mi café y veo a lo lejos un auto derrapar.

Como si mi voz interior reaccionara por mí, me lanzo sobre Aleksei y ambos caemos al suelo cuando el auto pasa y empieza a disparar a quema ropa, Aleksei me protege con su cuerpo y cuando veo que uno de los hombres se baja del auto y lanza una granada a nuestros pies, Aleksei la toma y la lanza con todas sus fuerzas impactando con el auto y explotando todo a su alrededor.

—¡Aleksei!—grito protegiéndolo con mi pequeño cuerpo.

Erwan empieza a disparar y como si se tratara de unos malditos inmortales.

Dan marcha al auto y se alejan del lugar los pocos que quedaron vivos, tres de ellos yacen en el suelo, y Aleksei me lleva en brazos hacia la camioneta y Erwan acelera.

—¡Acelera!—Le grita a Erwan—¿Estás bien?

—Sí, señor—Responde Erwan agitado—Pero esos hijos de puta no quedarán para contarlo.

Erwan los alcanza y saca su arma, empieza a disparar a quema ropa de nuevo hacia el auto enfrente de nosotros. Aleksei saca un arma por debajo del asiento y cuando veo que abre la ventana y saca la mitad de su cuerpo, me quedo helada como si no conociera a la persona que tengo frente a mí, o como si yo nunca hubiese visto un arma de ese tamaño.

Mis ojos no pueden creer que sea él. Quien está disparando nuevamente un arma mucho más grande que la que vi cuando mató a Sergei ante mis ojos. Dispara sin parar y sin parpadear hasta que el auto se estrella contra un árbol.

Escucho la carcajada de Erwan y acelera calles arriba, como si nada hubiese pasado.

La.madre.que.parió.al.mundo.entero.

Estamos en un hotel, no quiso correr el riesgo de irse para la mansión y tampoco que me fuera para mi casa. Yacemos en la gran suite nupcial como si fuésemos una maldita pareja normal de recién casados.

—Dame una palabra de seguridad—Dice mientras me atrapa viendo por la ventana.

—¿Palabra de seguridad?

—Sí—prosigue y yo sigo más confusa todavía—Una palabra o una oración, lo que tú quieras.

—¿Para qué?

—Lo que pasó ahora ya ha pasado antes, Elaine.

Ya la mafia alemana está moviendo sus fuentes para otro ataque contra él.

Las palabras de Stoner vienen a mi mente. Él tenía razón, seguramente fueron ellos, ya ni sé qué razonar o pensar acerca de todo esto. La que terminará de perder el juicio seré yo al final del día.

—Quiero que tengas una palabra para mí cuando sientas que estés en peligro—me gira para verlo de frente—Algo que sólo tú y yo podamos entender.

—¿Tú tendrás una?—Asiente y aparta un mechón de mi rostro.

Quizás nunca la necesite, pero veo un miedo en sus ojos que no me gusta y no voy a preguntar. No necesito saber más, al menos por hoy.

—Ojos de camaleón.

Se ríe por mi ocurrencia, pero la verdad es que nadie lo sabrá y en mi mente, desde la primera vez que lo vi, fueron sus ojos de camaleón lo que a mí me atrapó de él.

—¿No te gusta?—Dice que no con la cabeza y besa mi frente.

—Es perfecta.

—¿Cuál será la tuya?

No dice nada, pero escucho su corazón y juro por lo alto que es como si me hablara a través de los latidos.

—Ángel.

Se me escapa una lágrima porque ha escogida una mejor palabra que la mía, se identifica tanto con él como conmigo.

Ojos de camaleón y ángel.

Dejé a un lado el odio esa noche. Me quité la placa y la armadura y también la sed de venganza.

Era momento de decir adiós y de la única forma en que podía hacerlo era dejándome atrapar una vez más por el camaleón.

Le dije una última vez que lo amaba con lágrimas en mis ojos, no me preguntó por qué lloraba, tampoco me dio ningún tipo de orden y nos corrimos al mismo tiempo—tres veces—era como si... como si él también estuviese despidiéndose de mí.

Esa palabra de seguridad, la forma en que me hizo el amor y se aferró a mi cintura cuando se quedó dormido era una señal de que Aleksei no estaba siendo el mismo, o posiblemente estaba siendo demasiado él.

Estoy dispuesta a buscar la verdad, sus ojos me lo dicen, sus diferentes tonos en sus ojos me dicen que él no es un asesino, al menos no de mi padre. O estoy tan jodida y enamorada que a pesar de tener las pruebas en mis manos, soy capaz de creer todavía en él.

—¿Qué viste en mí, Aleksei?—Susurro en el silencio de ésta inmensa habitación—¿Qué viste en mí que ni siquiera yo lo puedo ver en mí misma?

Se mueve un poco y se engancha más a mi cintura como un niño, acaricio su cabello hasta que por fin el sueño viene a mí.

No hay sueños.

No hay pesadillas.

Solamente la fascinación de sentirlo dentro y fuera de mi piel... por una última vez.

La Profesional  (Libro 2) (Ya en Físico y Audiolibro)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora