Capítulo 21

1.9K 185 12
                                    

—Por favor, Elaine.

Bajo de la camioneta cuando por fin me lo pide de por favor, pero no tomo su mano. Me aferro a mi propio cuerpo y camino escalera arriba, no voy a quedarme aquí abajo a tener una conversación con él a medio vestir.

Abro la puerta de su habitación y siento su pecho detrás de mí. Me aparto como si sentirlo me quemara y entra. Cuando espero que diga algo, no dice nada. Se mete al baño y cierra la puerta detrás de él.

Frunzo el cejo por su reacción y aunque no está discutiendo, esa indiferencia es la que está empezando a doler.

Cuando por fin sale, mojado vistiendo solamente una toalla alrededor de su perfecta y marcada cintura, el tatuaje de su brazo me hace burla cuando se tira a la cama boca abajo y cierra sus ojos, listo para dormir.

¿Qué sucede con él?

Levanto mi culo del colchón y me encierro en el baño. Veo su ropa tirada en el suelo y mis ojos se quedan viendo algo especial. Me deshago de mi bata y tomo lo que ambos merecemos del suelo.

Cuando regreso a la habitación sus ojos se abren de par en par cuando ve lo que llevo en mis manos.

Se lo lanzo.

—Castígame—Le pido con voz firme.

No hace ni el más mínimo esfuerzo por moverse, pero veo el asombro en sus ojos y su ceño fruncido. Me voy hasta el sofá que da un ángulo perfecto donde él y me pongo de rodillas, levantando mi culo a la vista y pongo mis manos detrás de mi espalda.

Con un gruñido se levanta de la cama y lo siento detrás de mí.

—¿Esto es lo que quieres?—Rodea mis muñecas con el cinturón y aprieta demasiado fuerte que me provoca hacer una mueca de dolor pero no me quejo.

—Sí.—Respondo por lo bajo.

—¡Dilo más fuerte!—Me da una nalgada que de inmediato manda señales a mi entrepierna, jadeando y chispeante por sentirlo dentro de mí.

—¡Sí!—Grito—¡Castígame, por favor!

—Tú lo pediste.

Sin vacilar me penetra y me encuentro ya lista para él cuando ni siquiera me di cuenta que aún enfadada y temiéndole, lo deseaba.

—¡Aleksei!

Empuja dentro de mí y me sostiene de inmediato cuando ve que no puedo sostenerme más. Entierro mi cara en el espaldar de cuero y grito su nombre dos veces, más por lo bien que se siente y por lo frustrante que es no poder tocarlo.

Quizás los castigos de otras personas sean diferentes a los nuestros, pero nuestro castigo es privarnos de lo que más nos gusta del otro, vernos a los ojos y tocarnos, hacernos el amor con vehemencia más no marcarnos, recordándonos dónde y a quién pertenecemos.

—¿Por qué, Elaine?

No voy a responder. Puede torturarme todo lo que quiera, no voy a responder a su jodida pregunta y por mí puede mentalizarse repetirse cuantas jodidas veces quiera.

—Estoy borracha—Miento descarada y golpea la otra mejilla de mi culo y me hace vibrar por dentro.

—¿Por qué, Elaine?

Me sorprende que no me regañe por hacerse repetir. Mi sexo se tensa y empiezo a apretarme por dentro. Entonces se detiene sale y entra en mí más despacio, malditamente despacio.

—¿Por qué, Elaine?—Su voz enronquecida no me ayuda en nada—Es tu maldito ex esposo, ¿Por qué, Elaine? ¿Por qué lo besaste?

—¡Joder!—Grito cuando me arremete de un tirón y vuelve a disminuir la presión—¡Más rápido!

La Profesional  (Libro 2) (Ya en Físico y Audiolibro)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora