Capítulo 18

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—Tengo algo para ti—Me detiene cuando estoy por entrar al apartamento, he regresado a la vieja cueva de nuevo. No puedo estar en mi casa en estos momentos y dejar a Dorian viviendo aquí, tanto él como yo necesitamos cuidarnos la espalda en estos momentos.

—¿Qué es?—Pregunto al ver que ha sacado una pequeña cajita de su chaqueta.—¿No es lo que creo que es?

No dice nada, y enseguida abre la caja, dejando a la vista un precioso anillo de platino con un perfecto símbolo musical sobre él que brilla a la luz de la luna por sus diminutas piedras blancas.

—Aleksei...

—No me importa si es demasiado—Interviene poniéndomelo enseguida—Quiero que lo uses siempre.

—¿Es un anillo de compromiso?

Me muero si lo es.

—Es un anillo, nada más—Me sonríe—Lo que siento por ti no necesito representarlo en un anillo, no hay nada en el mundo que lo pueda representar o que valga tanto.

—Es hermoso—Lo beso como una adolescente en medio del pasillo—Gracias, Aleksei.

—No te lo quites nunca, por favor.

—De acuerdo.

No voy a discutir por eso ahora, no quiero causar ninguna mala impresión sobre este detalle, lo usaré mientras esté con él, siempre lo llevaré conmigo aunque no lo ande puesto.

Entro al apartamento y me encuentro a mi mejor amigo en buena compañía. Jesse.

—Hola, Jesse—Lo saludo.

—Hola, Elaine—Me sonríe y veo a mi amigo que parece que me hablara con la mirada, es algo tarde, por lo que me imagino que pensó que me quedaría fuera. Tengo mucho que contarle.

—¿Todo bien?—Pregunta mi amigo como si leyera mi mente.

—Perfectamente.

—¿Tu novio no subió?—Me sorprendo cuando Jesse hace la pregunta. Aunque debo darle crédito al chico, es periodista, por lo que debe saber que ahora mi novio es uno de los hombres más poderosos del mundo.

—Emm, no—Digo nerviosa, aunque no sé por qué—Estamos en esa etapa donde es mejor que cada quien duerma en su propio piso.

Dorian carraspea nervioso y Jesse lo fulmina con la mirada. Hay demasiada tensión en el aire en estos momentos, quizás vine en el momento menos indicado y necesitan espacio.

—Un gusto saludarte, Jesse—Me despido de él y me voy a mi habitación.

Me deshago de mi ropa y quedo solamente en mis bragas y una camiseta de algodón, ya me ducharé cuando Jesse se vaya.

Me acuesto en mi cama con una sonrisa estúpida en mi rostro y veo el anillo que adorna mi mano izquierda.

Es hermoso, no hay palabras para describirlo.

—¿Nena?—Llama Dorian del otro lado.

—Adelante—me incorporo en la cama, seguramente es una de esas charlas esta noche, además tiene que saber que Aleksei nunca quiso hacerme daño.

—¿Está todo bien?—Le pregunto cuando se deja caer en mi cama y deja salir un suspiro de desesperación.

—Tenías razón—dice viendo hacia el techo—Estoy jodido.

—¿Qué sucede?—Me preocupa, porque siempre soy yo la que dice que está jodida y no él.

—Destiny me vuelve loco, y no me mal entiendas. Loco pero en todos los sentidos—Se ríe.

—Eso es bueno ¿No?

—De maravillosa, pero Jesse me acaba de decir que me ama.

Oh, Jesse.

—¿Y qué le dijiste?—Mi amigo jamás se ha enamorado, y dudo mucho que ame a dos personas al mismo tiempo, eso sería la ruina y el jodido karma que viene a cobrárselas.

—Le dije que también lo amaba.

—¿Dijiste qué?—Pregunto perpleja y buscando su rostro del lado contrario—Eres un hijo de puta ¿Sabes?

Jesse es un buen chico, y Destiny también es una buena chica. Aquí el jodido es mi amigo como lo ha dicho. Ahora no estoy segura quién merece a quién.

—Me sorprendió tanto que no pude abrir mi puta boca, El.

—¿Y tenías que decir esas palabras?—Lo regaño—Joder, Dorian. No es la primera vez que alguien te dice que te ama, no es una excusa.

—Lo sé—suspira de nuevo—Estoy jodido.

—Tienes que decidirte por uno de ellos—Lo aconsejo, aunque soy la última persona en el mundo que deba darle uno—Ambos son geniales.

—¿Y tú qué?

Me sonrojo cuando me tira la bola de confesión a mí.

—Yo, nada.

—Vamos, Lara Croft—Me hace un guiño coqueto—Tienes una mirada de mil amores y ese anillo fue lo primero que vi desde que entraste.

Veo el anillo y me rio—No es lo que piensas, solamente es un regalo.

—¿Regalo? —Se burla—¿Por haber querido matarte?

—De eso tengo que hablarte.

Le cuento todo a Dorian. Al principio lo ve como una excusa barata de un hombre como Aleksei, pero cuando ve mis ojos y le cuento sobre la muerte de su madre, y todo lo que la CIA no sabe. Dorian siente la misma empatía que yo.

—El hombre está jodido desde pequeño—Concluye con lástima al conocer toda la verdad—Pero quiero que tengas cuidado, las personas cuando están ese ese trance no saben lo que hacen. ¿No ha buscado ayuda?

—No lo sé, no se lo pregunté.

—Pues debería.

—Quizás se lo plantee.

Dorian tiene razón, ir a terapia me ha ayudado a mí también, aunque también tengo pesadillas y no quiero imaginarme la reacción de Aleksei cuando me vea así algún día.

—¿Qué es lo que vas a hacer ahora?

—Tengo que llegar al fondo de todo esto, Dorian. —Admito con un hilo de esperanza—Ahora que sabemos que Aleksei no es la persona que la CIA y Stoner dicen que es, es momento de buscar las pruebas, mi palabra no basta y algo me dice que no estoy cerca todavía, hay muchas cosas inconclusas.

Mi amigo estudia cada una de mis palabras y me sonríe complacido.

—¿Qué?

—Te has enamorado, ¿Cierto?

Recuerdo las palabras del Dr. Mitchells.

Aceptar.

—Y no me arrepiento—Admito sonriente.

—Oh, nena—Dorian me abraza—Solamente espero que tengas razón y tu instinto no falle. Si al final resulta ser todo lo que la CIA y Stoner dice, te destruirá.

—Si eso es así—Lo veo a los ojos—Te juro que seré yo la que lo destruya primero por haberme enamorado fingiendo ser algo que no es.

Y así será. Porque mi corazón no me ha cegado en ningún momento de donde estoy parada. Desde un principio supe que podía enamorarme de alguien como él, pero me ha demostrado ser un hombre inocente y eso es lo que me ha fascinado de él, más allá de su personalidad irracional. La confianza que tengo en él en estos momentos nada ni nadie lo puede arruinar... solamente él.

—Es un anillo hermoso—Admira mi mano con el anillo puesto—Cuando Duncan lo vea se va a ir de culo.

—Nadie lo va a ver—le digo enseguida—No lo usaré cuando vaya a la oficina.

Mi amigo niega con la cabeza y se levanta de la cama. Con mi nueva sonrisa complacida decido ir a darme una ducha y alimentar a Realeza.

El pobre no ha salido de su escondite, seguramente está resentido conmigo porque hemos regresado a esta cueva de los mil demonios, pero pronto regresaremos donde pertenecemos los dos. A casa.


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