Le dije que no.

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-------------------- Garcia's pov --------------------

Hacía mucho ruido en el pasillo. Inmediatamente supe que era ella por la forma en que la oí subir las escaleras. Me lo confirmaron su voz cada vez más alta y los golpes en su puerta. ¿Qué demonios había pasado en esa mina esta tarde? ¿Qué había hecho o dicho? ¡Maldita sea Jay! Me había helado la sangre saber que estaban allí juntos y solos. Si nos hubieran esperado habría estado bien, pero habían cerrado las comunicaciones y no había podido hablar con ellos. Y sí, se lo había advertido, ni siquiera quería llevarlo y él lo sabía. En cualquier caso, ahora lo entendía todo. Quizá aún no lo sabía con certeza pero estaba claro que buscaba respuestas. Estaba convencida de que en cualquier momento le tiraría la puerta abajo. No es que no se lo mereciera, yo habría hecho lo mismo en su lugar. De hecho no, quizás lo habría hecho peor.
Teníamos un carácter parecido, ella y yo. Le había dicho que era una mala idea venir aquí conmigo, debería haber hecho caso a mi instinto y dejarle en su despacho lleno de ordenadores. Pero no había sido capaz de decirle que no, porque en realidad no lo quería, podía entenderlo, igual que ahora podía entenderla a ella. Además la sensación de no saber si alguien a quien quieres está vivo o muerto la conocía. Lo sabía bien, también había sido así para mí cuando habían secuestrado a mi hermana. Sentía que me estaba volviendo loca, encerrada en un limbo sin respuestas.
¿Dónde estaba? ¿Estaba viva? ¿Se encontraba bien o sufría?
La veía en todas partes, despierta y en mis pesadillas. Pero por fin la había encontrado. O más bien había encontrado su cuerpo y había seguido adelante. Afligido, derrotado, encorvado, pero había tenido mis respuestas y mi venganza gracias a aquel chiquillo no mucho más joven que yo, un genio de la informática. Él y yo teníamos entonces un enemigo común, sólo que él aún no lo sabía.
Los mismos que la habían amenazado y le estaban dando caza eran los que habían matado a mi hermana. Eran gente despiadada y no se andaban con chiquitas.
¿Cómo había conseguido hacerse con ellos?
Había pirateado el sistema equivocado y descubierto docenas y docenas de archivos relativos a sus actividades. Nos lo había enviado todo de forma anónima. Pero al fin y al cabo éramos el FBI y sabíamos muy bien quién era él y quiénes eran ellos. Simplemente había llegado antes que nosotros con sus habilidades. Y yo lo necesitaba para terminar el trabajo. Necesitaba sus grandes habilidades, por eso le buscábamos y desde luego no para detenerle como él creía. Sí, claro que tendría consecuencias pero al final sería absuelto y yo mismo me aseguraría de ello. Me prometí a mí mismo que si él me ayudaba, yo le ayudaría a él. Hubo un gran revuelo en el FBI cuando salió el vídeo que mostraba a un hacker implicado en la desaparición de una tal Hannah Donfort. Sabía que era él, llevábamos tiempo tras él y sabía que si lo atrapaban no conseguiría justicia para mi hermana a corto plazo. Porque era condenadamente bueno y nos habría dado un repaso si sus habilidades hubieran estado a su servicio. Mi hermana era poco más que una niña, una niña preciosa, que había rechazado a la persona equivocada. Eso ocurre cuando naces en ciertos barrios, pero aquí ella no había rechazado a un hombre corriente. Mi hermana y su valor merecían justicia.  Cuando me enteré de que fuera de la mina le habíamos pillado intentando escapar me alegré, pero por desgracia para mí y también para él, no éramos nosotros. Los uniformados habían desaparecido hacía tanto tiempo que ya ni me acordaba. Se habían mezclado con nosotros, pero éramos tantos que no podíamos conocernos todos. Así que lo perdí de nuevo y pensé que para siempre. Fue después de una redada cuando alguien decidió vender información. Descubrí que el chico seguía vivo y ahora también sabía dónde estaba. Nunca lo dejarían escapar ni morir, era obvio, sabía que lo mantendrían con vida y lo utilizarían para sus propios fines. También sabía de la existencia de esa chica. Él la protegería de todas las maneras, me lo imaginaba, había leído sus chats, estaban enamorados y la utilizarían como chantaje para que él trabajara para ellos porque podía ocultar sus actividades y movimientos, podía crear identidades falsas, era un activo útil y tenían que hacerle pagar su error. De vez en cuando le enseñaban una foto. Una foto de ella.
Y le advirtieron del horrible final en el que iban a meterla, no antes de hacerle daño a ella o de hacérselo a él, con tal de recordarle que no hiciera mierdas como ponerse en contacto con ella. Él mismo me lo dijo. No puedo imaginarme estar en una situación similar. Fue gracias a ese dato que lo encontré y lo salvé de esa gente. Un chico brillante. Un chico hermoso probado en cuerpo y alma. No era gente que utilizara guantes de terciopelo.
La única cicatriz visible está en su cara, cerca del ojo. Pero tiene muchas otras bajo la ropa, además de las del alma, y éstas siempre fueron las peores. Creo que sólo el pensamiento de ella lo mantenía vivo y evitaba que se volviera loco. Era tan tierno cuando lo encontramos. No podías acercarte a él sin que se estremeciera, como si todas las manos estuvieran allí sólo para golpearle. Se estremecía ante todo, tanto si le hablabas de sopetón sin que se diera cuenta antes, como si simplemente le dabas una taza de café. Su sentido de la autodefensa era extremo. Lo traje para que se quedara conmigo, porque no era capaz de quedarse solo y porque no me parecía en absoluto justo que sufriera más, tal vez encerrado esperando a que lo absolvieran de todo. Asumí toda la responsabilidad, como si fuera un hermano al que había que proteger. Por la noche perdía la cuenta de las veces que se despertaba jadeando o se levantaba gritando. Entonces le hablaba, me sentaba en la cama y le hablaba sin acercarme.
Con el tiempo aprendió a dejarse abrazar y a comprender que todo estaba bien.  Hicimos un gran trabajo juntos, se merecía superar sus traumas y volver a la vida. Pero nunca me consideré mejor persona que esas personas. No le pegué, claro. No le privé de sueño ni de comida. No le amenacé. Pero le necesitaba y, en cualquier caso, no estaría a salvo hasta que hubiéramos atrapado a todos y cada uno de ellos. Y ella tampoco. También la utilicé como una especie de chantaje. Aunque no la conocía. Le dije que ella no estaría fuera de peligro. Era la verdad y la utilicé, sí. Pero también le prometí que le daría una nueva identidad y libertad si me ayudaba. Podría ser quien quisiera e ir donde quisiera. Incluso con ella. No habíamos hecho bien los cálculos y tardamos en conseguirlo. Se quedó allí, conmigo, en la sombra. Sólo para proteger a esa chica. El amor hace que la gente haga cosas absurdas, incluso que se pierda a sí misma y a su amada. Al principio le encontré el nombre de Jay, se parecía a su nombre real, para que no perdiera del todo quién era. Cuando los conseguimos, habían pasado años que sumados a los que estuvo en sus manos le llevaron a decidir no volver a contactar con ella y no utilizar nunca su verdadera identidad. Sabía dónde estaba y en qué se había convertido, estaba orgulloso de ella, pero no quería causarle más sufrimiento. Se imaginaba que ella había sufrido cuando él desapareció en el aire, porque él también había sufrido. Pero cuando nos advirtieron de que enviarían a dos de nosotros a por ese portátil, no quiso atender a razones. Quería venir conmigo.
"No. Sácatelo de la cabeza Jay. Sé lo que significaría para ti".
"Amanda me lo debes. Sólo deseo verla al menos una vez en persona. Te juro que no voy a decirle quién soy. Sólo quiero verla, no desestabilizar su vida".
¿Podría decirle que no? ¿Podría después de todo lo que había pasado? ¿Después de ayudarme? No, no podía. Le quería, mucho, y se lo debía a él y a ella también.
"De acuerdo. Pero Jay... por favor. No compliques las cosas. Recuerda tus propias palabras. Ya te he dicho antes que deberías haber ido a decirle la verdad. Y en tu lugar yo ya lo habría hecho. Pero me hiciste prometer que te detendría para que ella no sufriera. Soy tu amigo y te quiero". Intenté muchas veces convencerle de que siguiera adelante, pero cada vez me topaba con un muro. No quería causarle sufrimiento, fin de la historia.
Tenía que terminar con la entrega de ese portátil. La vería y nos iríamos. La vio con él dos veces, con la que supongo que es su pareja, esa camarera tan buena de ese club al que quería ir. Si no lo hubiera visto con ella, probablemente me hubiera dado el gusto de divertirme con alguien así y, por lo general, siempre consigo lo que quiero. Vi a Jay chocando con ella para tener la excusa de verla de cerca. ¿Realmente pensó que no me daría cuenta? Estaba realmente hermosa esa noche. Tenía carácter, no dejaba que nadie la pisoteara. Realmente me gustaba como persona y me gustaba como agente.
Con su intuición había salvado a aquella niña. Tal vez mi hermana también se hubiera salvado si hubiera encontrado a una mujer así en su camino cuando se la llevaron. Y su perro me gustaba aún más. Pensé que al menos sería capaz de mantenerlos alejados. Pero entonces esos dos niños decidieron desaparecer.
Grita mucho y le tiembla la voz. No quiero que se meta en líos, no se los merece, pero está despertando a todo el mundo. Tengo que salir y convencerle de que le abra la puerta. Ella se lo debe. Y yo se lo debo a él.

I'm Here (Spanisch Version)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora