Capítulo 15

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El primer día después del incidente, ni Yoko ni Enid aparecieron por el instituto. Merlina se sentía rara sin la presencia de la omega a su alrededor, sin su brillante sonrisa, sin sus mejillas sonrojadas y sin sus dulces palabras. Se sentía vacía e incompleta, y su humor decayó notoriamente. Le dedicaba miradas asesinas a todo aquel incauto que se atrevía a pasar por su lado, e hizo llorar a un grupo de alumnos de primero por estar parados en frente de su taquilla. Por primera vez, la leyenda de la malvada Merlina Addams se estaba haciendo realidad.

El segundo día, el puño de Yoko rompiendo su nariz le dio la bienvenida. Todo el mundo contempló incrédulo cómo la omega golpeó a la alfa con todas sus fuerzas. El pecho de Yoko subía y bajaba con furia, y sus puños permanecía apretados a sus costados.

—¡Tú no mereces ser llamada alfa, Merlina Addams!

El encolerizado grito de la omega resonó por todo el instituto.

Merlina sostuvo su nariz, sintiendo una fuerte punzada de dolor y la sangre cubrir sus manos. Miró a Yoko, la chica parecía realmente capaz de matarla en esos momentos, y ella sabía el motivo. Realmente, no podía culparle.

—¿Enid está...?

—Mal, está mal —la acortó—. La has destrozado, se siente usada y rota. ¡¿Qué clase de persona rechaza así a su pareja destinada?! ¡No eres más que una cobarde!

Pareja destinada. Aquellas palabras golpearon a Merlina con la fuerza de un martillo neumático. Enid también lo había sentido así. Nunca creyó que su propia estupidez pudiera llegar a esos límites.

—¿Ella quería que la marcara? —preguntó incrédula.

Yoko empezaba a creer que quizá Merlina no era mala, quizá solo era imbécil.

—Oh, pero, ¡tú...! ¡Claro que quería que la marcaras, idiota! ¡Está loca por ti, su celo se adelantó por ti! ¡¿Qué te esperabas, un polvo y adiós muy buenas?!

La castaña cada vez parecía más enfadada, ni siquiera le importaba la gente que observaba curiosa a su alrededor.

—¿Sabes? Nunca me gustaste, pero pensé que incluso tú serías capaz de ver que Enid es la persona más maravillosa del mundo. Te había tocado el gordo y tú lo has despreciado y has roto su corazón.

Merlina se sentía como la mierda más grande de todo el universo, Yoko tenía razón, era una cobarde y un intento fallido de alfa. Aquellas palabras no le dolieron, porque ella sabía que eran ciertas; lo que de verdad le dolía, era saber que había herido a Enid.

—Sí que lo vi —respondió finalmente.

Yoko pareció confundida.

—¿Cómo?

—Sí que vi que Enid era la persona más maravillosa del mundo, siempre lo ha sido. Lo supe desde el maldito momento en el que entró por la puerta y su aroma me impactó, supe que ella estaba hecha para mí, y que mi único propósito en la vida era estar con ella. Yoko, tú no lo entiendes, yo no quería usar a Enid. Estoy tan malditamente enamorada de ella que a veces creo que estoy perdiendo la cabeza, y solo quiero protegerla, meterla en una caja de cristal para mantenerla a salvo y que nadie pueda acercarse a ella. Porque me vuelvo una maldita posesiva cuando se trata de Enid, porque la quiero solo para mí. ¡Claro que sé que es maravillosa, joder! Hasta mi subconsciente lo sabe, y me lo recuerda cada noche en sueños. Por eso pensé, que nunca querría estar unida a mí. ¡Mierda, si tú misma lo has dicho! No merezco llamarme alfa, soy un desastre. La gente me teme y soy incapaz de relacionarme con más personas. Pensé que nunca sería suficiente para Enid, y ahora... ahora yo le he hecho daño y me gustaría poder hacer que todo el dolor que está sintiendo volviera a mí, pero multiplicado por mil, porque me merezco sufrir por haber herido a lo único bueno que me ha pasado en la vida —dijo, con la desesperación y el más profundo dolor marcando sus palabras.

Yoko se quedó sin palabras. El público improvisado había comenzado a dispersarse en cuanto dejaron de gritar, y ahora solo quedaban ellas dos, paradas en medio del pasillo, mirándose fijamente.

Si Yoko le contara a alguien que había visto lágrimas anegadas en los ojos de Merlina Addams, no lo habrían creído. La sinceridad arrolladora en las palabras de Merlina y el dolor en su mirada, calaron en lo más hondo de la omega. Finalmente, suspiró.

—Realmente la amas, ¿no es así?

Merlina asintió lentamente, con una sonrisa triste en sus labios.

—Con toda mi alma.

Yoko sabía que no mentía, por mucho que le costara admitirlo. Podía entender los motivos de Merlina, por muy estúpidos que fueran. Había querido proteger a Enid hasta tal punto que había terminado destrozándolas a las dos.

—¿Sabes? A pesar de lo que pueda parecer, Enid es de las personas más fuertes que alguna vez he conocido. Su madre trabaja mucho, tanto que apenas para en casa, y ella lleva haciéndose cargo de su hermana pequeña desde que su padre murió, aún así, se las arregla para ser la mejor de la clase. Siempre afronta la vida con una sonrisa, no importa lo duro que sea el problema que se le presente, ella es optimista hasta niveles casi irritantes. No voy a mentirte, Merlina, la has destrozado, nunca la había visto tan mal. Pero, si consigues arreglarlo, estoy segura de que ella podrá hacerle frente a todo lo que supone ser tu compañera.

Merlina parpadeó, con la boca abierta.

—¿Me estás diciendo que intente arreglarlo?

Yoko respiró fuerte, cansada.

—Si por mí fuera, un platillo volador podría venir ahora mismo, abducirte y llevarte a un planeta extraño en el que nunca volveríamos a saber de ti. Pero estamos hablando de Enid, y estoy segura de que no importa lo dolida que se sienta, sigue deseando estar a tu lado.

—Gracias, Yoko, de verdad. Iré a buscarla ahora mismo.

—Sinceramente, no te lo recomiendo. Ahora está en casa de su tía, y es una mujer de armas tomar. Y, por mucho que me gustaría ver cómo una señora de sesenta años te abre la cabeza con una sartén, no es la reconciliación que Enid se merece.

Merlina hizo el amago de una sonrisa. Había tomado una decisión. Era antinatural estar separada del amor de su vida, una blasfemia, algo irracional. Ella iba a encargarse de ponerle remedio a aquello, aunque tuviera que contar todos los granos de arena del desierto del Sahara para conseguir el perdón de su dulce omega.

intocable; wenclairDonde viven las historias. Descúbrelo ahora