Aquella semana había sido un torbellino de emociones satisfactorias, una marea de felicidad que se agitaba en su estómago. Estaba saliendo con Enid, su pequeña y dulce omega la quería.
Contrario a lo que siempre había creído, la gente no había dejado de lado a la menor, simplemente, habían ido acostumbrándose a su propia presencia. Caminaban tomadas de la mano como cualquier pareja, solo que ellas habían llegado al punto de ser inseparables. Todo el mundo se había acostumbrado a ver junta a la feliz pareja; ahí donde Enid fuera, estaría Merlina.
Ella aprovechaba cualquier ocasión para probar los labios de su omega, no importaba el momento y el lugar. Y Enid no parecía estar precisamente molesta por ello. Los besos de Merlina eran adictivos, sus labios eran suaves, y su boca posesiva y cariñosa.
A veces, apenas eran un roce de labios, como un susurro que expresaba sin palabras todo lo que sentían. Otras, eran besos apasionados, donde sus lenguas jugaban un papel primordial, besos arrasantes que las dejaban jadeantes, ávidas de seguir probando y seguir explorando en la boca de la otra. Aquellos besos eran gritos al aire de lo mucho que se querían.
Estaban plenamente enamoradas pero, aún así, Merlina no había marcado aún a Enid como su pareja. Esa decisión no la tomaría hasta un par de días después.
Los omegas en celo nunca se cambiaban junto al resto de sus compañeros alfas y betas. Habían estrictas políticas contra la segregación de clases, pero meter a un omega en celo en un vestuario de alfas sobre-estimulados por el ejercicio, era prácticamente un suicidio, no importaba lo mucho que los supresores ayudaran a camuflar el olor (que, en el caso de Enid, no era mucho).
Merlina seguía ignorando en gran parte a sus compañeros de clase, por eso, no fue hasta ese momento que no prestó atención al joven alfa que había llegado nuevo aquella mañana. Se podría decir que era realmente apuesto, con rasgos marcados. Desde que había llegado, todas las omegas suspiraban por él y por su seductora sonrisa de dientes perfectos y por su perfecta cabellera castaña de príncipe. Parecía un alfa imponente. Ajax era su nombre, si Merlina mal no lo recordaba.
—¿Qué tal tu primer día? —preguntó Xavier, palmeando amistosamente la espalda del recién llegado.
El chico sonrió, parecía una persona amistosa, con facilidad para relacionarse. Merlina sintió arcadas.
—Genial.
—¿Has visto algo que te interese? —preguntó Olivia, moviendo las cejas sugerentemente, dando a entender que no se refería precisamente a alguna asignatura.
Los demás rieron en camaradería.
—Bueno... Puede ser.
—¿Y bien? ¿Quién es la afortunada?
Ajax sonrió misteriosamente.
—No sé su nombre, pero es la omega más bonita que alguna vez he visto.
El alfa parecía verdaderamente ilusionado.
—Esta mañana me ha sonreido y... ¡Dios, parece un ángel! Creo que está en celo, su olor es jodidamente dulce.
—Wow, parece que esa chica te ha dado fuerte, ¿cómo es? A lo mejor nosotras la conocemos.
—Pues... Es algo pequeña, pero su cuerpo es como... Buf. Tienes las mejillas grandes y los labios más besables de toda la historia de los labios besables. Tiene los ojos muy bonitos, azules casi cristalinos. Oh, y su pelo es rubio y algo corto, y parece tan suave que...
Xavier, Emily y Olivia contuvieron la respiración, sabían perfectamente de quién estaba hablando su nuevo amigo.
—¿E-Enid Sinclair? —pregunto Emily, sintiendo el miedo crecer en su interior.
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intocable; wenclair
RomansTras meses de silenciosa observación, ¡llegó la hora de pasar a la acción! Merlina es la alfa más temida y respetada en todo el instituto, pero no ha podido evitar caer por la dulce omega de cabello rubio y mejillas regordetas. ¿Será capaz de dar un...