Junto a mi.

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— ¿Me estaba buscando Jefe? — Enid entro en aquella gran oficina, el color blanco lo decoraba todo, y justo en el centro, la imagen de El joven jefe en su escritorio, mirándola fijamente.

— Si, pasa.

Llevaba poco más de dos semanas trabajando para esa empresa, y aunque las cosas iban relativamente bien, algo se sentía desagradable en ese lugar, en especial las múltiples solicitudes de presencia a la oficina de su Jefe, solo para terminar hablando de lo que a él le gusta, y mencionando una que otra cosa sobre su preferencia en mujeres, algo que solo la ponía más incómoda.

Pero por seguir siendo independiente, que más podía hacer.

— ¿Ya te vas? ¿Quieres que te lleve? — Preguntó el joven Jefe, acercándose hasta el cubículo de la rubia, y mirándola desde arriba.

— No hace falta señor, puedo volver sola.

— Vamos, de paso nos tomamos unos tragos.

— Está bien, encerio — Se puso de pie, tomando sus cosas, y dirigiéndose hacia el ascensor.

— Tsk.

La insistencia del joven cada día empeoraba, cosa que solo provocaba más incomodidad y desconfianza en la rubia, que ya no quería asistir a sus visitas matutinas por su oficina para escucharle hablar de tonterías.

— ¿Quieres salir a comer? — El chico volvía una vez más hasta su cubículo, su trabajo nunca recibía la atención que necesitaba porque siempre estaba detrás de la menor — Puede que te diviertas si vienes conmigo.

— Agradezco su ofrecimiento, pero hoy tengo que quedarme hasta tarde para realizar el trabajo extra que surgió. Lo más probable es que me vaya tarde a casa.

— Ya veo, pues acabo de recordar que también tengo mucho trabajo que hacer, nos vemos más tarde — Y se fué.

Enid suspira, esa iba a ser una noche larga.

Y tal y como se esperaba, las horas afloraron y la media noche llegó. Con su mirada cansada, y sus dedos acalambrados, Enid daba los últimos toques a su trabajo para por fin ir a casa y descansar.

Un olor peculiar invadió el espacio, provocando una descarga en su conciencia, que la llevó a cubrir su nariz y mirar a su alrededor.

¿Que era eso?

Se escuchó al fondo sonidos de pisadas, pasos que se acercaban hacia donde estaba, cada vez más cerca, y cada vez más fácil de escuchar.

Se puso de pie, no lograba ver más allá de la lámpara encendida en su escritorio, que era la única que producía luz a esa hora en la oficina, sus palpitaciones podía sentirlas expandiendo su pecho, con sus manos temblorosas y sus pupilas dilatadas, captando cada pequeño detalle, sombra o reflejo más allá de la oscuridad.

— Ya termine mi trabajo — Y ahí estaba, la voz que había llegado a odiar en todo su tiempo trabajando en ese lugar — Me imagino que ya terminaste el tuyo también.

El olor de sus feromonas era desagradable, pero intenso, cobraba vida al ser el único en ese lugar, mientras ella suprimía el suyo.

Ajax se acercó, tomándola del brazo, alejando la mano que tenía cubriendo su nariz, y plantando un beso en sus labios.

Era desagradable, aquel olor le impedía luchar, se sentía débil y vulnerable, la suerte que tenía para llamar la atención de esta clase de personas era especial. Ya no quería tener que pasar por eso.

Luchaba, pero esta vez era en vano, el Alfa tenía mucha más fuerza, y ella no podía hacer nada para librarse.

Su brazo dolía, dónde la sujetaba, y comenzaba a perder su coraje, que desgracia que las cosas acabarán así....

Obsesión 🖤 Wenclair Donde viven las historias. Descúbrelo ahora