Obsesión 🖤 Wenclair

Manada.

Al salir del ascensor, juntas, ya no era para nada raro verlas acompañarse, los toques discretos entre ellas, al separarse, para cumplir con su rol de jefa y empleada, y seguir caminos diferentes durante el día.

Mientras pasaba el día y llegó la hora del descanso, Yoko y Bianca miraban a Merlina cargar con unas cajas llenas de papeles por su oficina con la puerta abierta, su camisa doblarse por el esfuerzo, dejo ver una pequeña parte de la piel de su cuello, que tenía bien dibujada la marca de unos pequeños colmillos.

— ¿Ves? — Bianca sonreía divertida, mientras la pelinegra con gafas oscuras a su lado, con su ceño fruncido, ni se atrevió a mirarla a la cara.

La de ojos azules aclaro su garganta, estirando su mano con su palma abierta hacia Yoko, y mirándola ahora de manera burlona y superior.

— Tsk, ten y cierra la boca — Metió su mano en su bolsillo, y saco algunos billetes, entregando los mismo a Bianca.

— Fue un placer haber apostado contra usted — Dijo alegre, dedicándole una sonrisa a su compañera mientras daba pequeñas palmaditas a su espalda — Eso te pasa por confiar tanto en la Jefa.

— No es mi culpa, cualquier dominante o recesivo que conozca a Merlina sabe que eso debería haber Sido imposible — Desvío la mirada, cruzándose de brazos en un pequeño puchero.

— No entiendo cual es la fascinación por ella, no le veo lo increíble a de más del hecho de que es súper rica, está muy buena, y es una “diosa” en el sexo.

— Claro que no lo entiendes, no puedes percibir sus feromonas. Si no tuviera un lazo con Divina, sería igual que la bola de descerebrados que se mojan y ponen duros a su alrededor — Quitó la mano de Bianca de su espalda, mirando por última vez a la morena — Es Merlina Addams, todos deben de pensar que solo es dominante, quien diría que es versátil.

— Quien diría que Enid domina, es la verdadera sorpresa — Mencionó Bianca, mirando a la rubia salir de su oficina y caminar feliz hacia la de Merlina, cerrando la puerta detrás de ella — Y también es muy posesiva.

Dentro de la oficina.

Merlina servía una taza de café, mientras Enid revisaba por última vez una carpeta con papeles que traía consigo.

— Estás partes están hechas, tu solo dime qué más tengo que hacer — Su radiante sonrisa, acompañada del brillo en sus ojos al buscar y mirar el cuello de Merlina, la delataban.

— La marca sigue ahí Enid — Comentó Merlina, descubriendo su cuello para mostrarle la marca a la rubia, quien se acercó dando pequeños saltitos hacia ella, para acariciar esta — No va a desaparecer de un día a otro.

— Es que todavía no entiendo.

— ¿Que cosa? —La morena se mantuvo un poco alejada, esperando una respuesta, pero las manos de Enid se aferraron a su pantalón, levantándose de puntitas para besarla.

— No entiendo porque no te molesta, a tí, la gran Delta pura, Merlina Addams, que una pequeña recesiva, para colmo Gamma como yo te marcara.

Merlina la miro un momento, bajando la mirada hasta los labios ligeramente rosas de Enid, y volver a besarlos, cosa que no esperó la rubia, pero no se negó, rodeando el cuello de Merlina en su abrazo.

— No me importa porque eres tú, es todo lo que sé.

La menor rápidamente la abrazó, ocultando su rostro sonrojado hasta más no poder en el cuello y detrás de los oscuros cabellos de Merlina.

Se sentía un pequeño cachorro de lobo a su lado, como si estuviera moviendo una cola imaginaria de lo feliz que se sentía.

— Tenemos que volver al trabajo — Merlina la alejó, cosa que sacudió un poco de su lugar a Enid, quien ya estaba más que cómoda en sus brazos.