Cadenas.

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×Enid×

No sé exactamente el lugar en el que me encuentro, solo sé, que llevo 3 días aquí, y que la única razón por la que aún no se acerca a mi, es por el olor de Merlina en mi cuerpo.

La puerta de aquella habitación se abrió, dando paso a una chica, baja, de cabello rubio largo y rasgos europeos, vestida con un uniforme de sirvienta, empujando un carrito con comida.

La jóven se acercó a ella, con una toalla húmeda y una expresión cansada, tomando con delicadeza el rostro ligeramente sudado de la rubia y limpiando este.

— El maestro vendrá hoy — Dijo en un Susurro, la mirada de Enid se oscureció, nada contenta con esa noticia.

Desde que llegué, Ajax viene a verme cada 5 horas, el día de ayer no vino, enojado porque no importa que tanto me limpien, el olor a Merlina no sale de mi cuerpo.

La puerta de la habitación volvió a abrirse, y a pasos apresurados con su cara expresando el claro disgusto que sentía, camino hasta pararse enfrente de la rubia, aquel a quien menos quería ver.

— ¿Como está hoy? — Su voz reflejaba esa amarga sensación de ser opacado, dejado de lado, y el típico rechazo que siente un dominante cuando no puede tener a quien quiere.

— Sigue igual señor, el olor no se va — Comento la sirvienta, haciéndose a un lado para darle paso a qué se acercara y agachando la cabeza en señal de respeto.

Enid se encontraba encadenada a la cama, en una habitación elegante, con las ventanas cerradas y el tenue brillo del sol se obstruido por la tela de las cortinas, en el aire estaba vigente el olor a Ginseng de Merlina, tan fuerte, que se sentía como si la morena estuviera ahí.

— ¿Porque mierda hueles tanto a ella? ¿Cuántas veces te montó para que estés así?.

¿Encerio quieres saberlo?

Su sonrisa ante la pregunta desconcertó a Petropolus. En ella había rastros de orgullo y diversión, como si le produciera gracia el que le interese.

— No lo sé, ya perdí la cuenta de cuántas veces lo hicimos, después de todo soy suya — Se aseguro de que la palabra “suya” se escuchara lo más claro posible, para que no le quedaran dudas al chico.

— No digas estupideces, si realmente lo fueras, te habría marcado — intento acariciar el rostro de la menor, pero esta apartó su cara, gruñendo por primera vez con sus rasgos Gamma, para que no manchara con su olor la fragancia de Merlina en su cuerpo — Pero en tu nuca no hay nada, solo defiendes algo que ella no quiere.

— Tu no sabes nada, ¿Alguna vez amaste a alguien? Claro que no, no sabes lo que se siente — Levanto su rostro, en un intento de verse más segura de lo que iba a decir — No necesito su marca en mi nuca para saber que le pertenezco.

*Bofetada*

Ese repentino ardor en su mejilla, acompañada del sabor metálico de su sangre, la llevaron a saborearla, para luego escupir en el rostro del joven de tez blanquecina.

El chico estuvo a punto de volver a golpearla, pero se giro, y golpeó a la sirvienta a su lado, para liberar su ira.

— Cuendo ese olor de mierda ya no esté en ti — Se inclino hacia ella, sus rostros terminaron uno en frente del otro, a centímetros de tocarse — Te cogeré tanto que olvidarás por completo lo que era estar con ella.

Empujó su rostro a un lado, poniéndose de pie, y caminando directo a la puerta, abrió está, y se giro para mirar a la sirvienta.

— Cuando termines, ven a mi despacho, la pagarás por ella hasta que se resuelva lo de el olor — Y se marchó.

Obsesión 🖤 Wenclair Donde viven las historias. Descúbrelo ahora