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Él





—Buen día —dije y me ubiqué por detrás de mi madre para depositar un beso sobre su cabello.

Usaba el mismo champú desde que era pequeño. Siempre el mismo olor a fresa. Me devolvía a momentos de mi vida donde dormía noches enteras, donde sonreía mucho, donde no sentía que todo era una maldita mierda.

—¿Dormiste a gusto? —Me preguntó acariciando mi mejilla cuando me senté a su lado.

—Sí —Respondí brevemente llevándome una tostada a la boca.

—Hola —Ambos nos volteamos para mirar a la chica que apareció en el comedor llevando la playera que me había quitado anoche.

Sabía que no me gustaba eso, pero igualmente lo hacía. Le había dicho que eso me hacía sentir presionado, le había dejado muy claro que ese no era nuestro tipo de relación. Ayer estaba bastante borracho y me quedé dormido así que no la llevé a su casa, y tal parecía que lo interpretó todo mal.

—Hola, Melodie —la saludó mi madre sonriéndole emocionada —. ¿Tú dormiste bien querida?

A ella le emocionaba toda esta historia porque las chicas con las que me acostaba no solían despertar en casa. Antes de que el sol saliera las había dejado en sus residencias. Ver a Melodie, una cara conocida desde hace unos años, en nuestro comedor a estas horas la ilusionaba.

—Perfectamente, señora.

—Espero que mi hijo se esté portando bien...

—Yo siempre me porto de la forma correcta —dije y me puse de pie.

—¿No comerás algo más cariño? —Cuestionó mi madre mirándome con decepción.

—Es que Melodie tiene que marcharse.

Me dolió un poco mentirle. Aún más porque sabía que se sentía muy sola. Ella nunca salía de casa por... miedo. Se la pasaba encerrada mientras mi p... su marido y yo casi siempre estábamos fuera. Sin embargo, no quería que se encariñara con Melodie porque no iba a oficializar lo que tenía con ella. Nunca.

Melodie intentó contradecir lo que había dicho pero la agarré por la cintura y la encaminé de vuelta a la habitación.

—No tengo nada que hacer ahora, Charles —Me dijo confusa.

—Sí, tienes que marcharte.

—¿Me estás echando?

—Por supuesto que no. Sabes que jamás haría eso. Yo te llevaré a casa —Aclaré.

—Eres un idiota —puse los ojos en blanco. Ahí ibamos —. Siempre la misma mierda contigo ¿Es porque me puse tu playera? Solo quería estar cómoda.

—Melodie, ¿en serio quieres tener esta conversación?¿Otra vez? Eres una chica inteligente —Resoplé un poco molesto porque siempre se comportara de la misma forma.

La pasábamos genial, pero cada vez que llegaba este momento discutíamos. Mas bien ella discutía y yo repetía mi línea: "Sabes como es esto". Ella lo sabía. Habíamos tenido la conversación sobre qué era lo nuestro un montón de veces. A pesar de ello, en muchas ocasiones me había acusado de hacerle daño y yo me había alejado porque no quería tener eso en mi conciencia. Pero ella volvía. Cada vez. Y a mí me gustaba ella, me gustaba hacerlo con ella, e incluso le tenía cierto aprecio. Pero ya. Nada más.

Así había sido siempre, sin embargo, ella continuaba con la esperanza de que cambiara.

—Vete a la mierda, Charles —se enfureció lanzándome la playera a la cara. La tomé y la deposité a mi lado en la cama viendo como la pelirroja se movía como un remolino en busca de su ropa —. Siempre lo mismo. No te importa nada.

Huracán [✓] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora