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Ella



-¿Qué haces aquí? -Volví a hablar con un poco más de fuerza.

Rezaba porque hubiese aparcado aquí por pura casualidad. Sin embargo, era de madrugada y él estaba fuera de su auto esperando por algo. O alguien. No era tan tonta como para no pensar en la posibilidad de que él... de que me hubiese visto en el club.

Exhaló de forma sonora separándose del auto.

-Creo que ya sabes -estaba tan avergonzada, tan conmocionada por todo lo que estaba pasando esta noche, que me quedé en silencio, sin saber que decir -. Tu edificio me hace camino, te llevo.

Ofreció. Me alegró que no fuese una pregunta porque no quería pensar en que era lo correcto para responder. Subí al auto y cuando estuve dentro entonces él entró. El olor familiar en el interior me calmó un poco. En silencio el prendió el auto y comenzó a conducir.

-¿No tienes hambre?

-No -dije.

-A mí a estas hora siempre se me abre el apetito. Es...

-¿Cómo supiste?

Él buscaba formas de llegar al tema para hablar sobre ello. Yo no tenía ganas de divagar. Si terminaríamos por hablar de ello prefería hacer lo ya, de una.

-Eso no importa -zanjó -, y que sepas que no te juzgo.

-Claro que lo haces.

-No lo hago, Phoebe -me miró significativamente -. Imagino por que lo haces.

-¿Ah, sí?

-Sí. Por tu madre, lo haces por ella, porque está enferma y necesitas... -tragué con dificultad -. Yo también he hecho cosas por mi madre, te entiendo. Aunque no han sido muy similares.

No me había dado cuenta que lloraba hasta que sorbí por la nariz.

-¿Piensas que me voy a acostar contigo ahora que sabes que soy una...?

-¿Qué? Claro que no -Me miró muy serio, como si no creyese lo que acababa de decir.

Nos quedamos sumergidos en un silencio profundo.

-¿Puedes hablar? Me vendría bien relajarme un poco -pedí.

-Yo te podría ayudar con eso. Si quisieras... -murmuró, lo miré entornando los ojos.

-Ves que si piensas que...

-Pero si sabes que me gustabas desde antes -nos quedamos mirándonos y él pareció darse cuenta de lo que dijo y agregó -. Sabes que me atraes físicamente desde hace tiempo.

Hice un sonido de confirmación con mi garganta y fije mi vista en la carretera cuando movió el volante para entrar en el parking de un establecimiento de comida.

-Parada técnica.

-No tengo hambre.

Se bajó del auto y no tuve más remedio que seguirlo.

Yo nunca comía a estas horas. Porque no tenía hambre, y porque mi sistema digestivo no solía soportarlo por lo que me mandaba directo al retrete. Tomamos asiento en una mesa junto a la ventana. Solo había una persona más en el local además de los trabajadores. La chica encargada llegó hasta notros y con cansancio nos dijo:

-Cerramos en media hora -Charles pareció pensar en sus opciones.

-Pues dos hamburguesas con extra de queso y papas, y dos malteadas de chocolate para llevar.

Huracán [✓] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora