capítulo uno

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Estrellé mi cabeza en la mesa de mi departamento, frustrada. No tenía cabeza para nada, nisiquiera sabía como seguía viva después de todo el panorama, un panorama frustrante y doloroso.

¿Cuál? Sencillo.

Había cumplido un año de vivir sola apenas a mis 18, digamos que la situación familiar en mi casa no era la mejor, y me había cansado de despertar y que el desayuno de todos los días sea una pelea aquí, otra pelea acá, no quería seguir viviendo en un hogar donde el amor no predominaba, no es que era el peor, solamente para mi no era bueno.

Acomodé mis papeles sobre la mesa, pensando en cual podía ser el tema de mi proyecto final, pero siendo sincera, no tenía nada en mente, estaba totalmente en blanco. Mis pensamientos fueron interrumpidos cuando el teléfono del departamento sonó, me levanté descalza soltándome el cabello, sacándome los lentes colocándolos en mi cabeza, caminado arrastrando los pies de manera perezosa.

—¿Hola? —Exclamé de una manera perezosa, me dijeron que era un pedido de comida. —Sí, déjelo pasar por favor.

Era mi comida, no me había dado cuenta pero ya había pasado más de una hora desde que pedí un delivery, sinceramente no me importaba, estaba en un bloqueo escritor.

—A la orden, buenas noches.

Colgué, me coloqué mis pantuflas y salí directamente al ascensor, cruzándome de brazos esperando que las puertas se cierran, pero no pasó ya que alguien gritó, haciéndome saltar del susto, alc

—¡Disculpa, no cierres! —Gritó fuertemente, por la voz supuse que era un chico. —¡Voy tade a una entrevista!

Coloqué mi brazo deteniendo la acción, para toparme con un chico de cabello largo, sonriendo nervioso, avergonzado de haberme asustado, sonreí levemente. Levanté la mirada, encontrándome con unos ojos verdes mirándome apenado, sonreí leve alzando la mano.

El ascensor quedó en silencio, para luego ser roto por el sonido avisando que las puertas se abrieron.

—Suerte, en lo que sea que tengas.—Sonreí sin dientes. —Con permiso. 

Sonreí amable, caminando a recepción, tomé mi pedido y lo vi irse apresurado, pero a pesar de eso volteó y se despidió de la mano, a lo que yo imité su acción sonriendo divertida. Cuando volví a entrar y subí a mi piso, cerré la puerta con mi cadera y abrí la comida.

Comí mirando mi celular, aburrida viendo las noticias: muertes, muertes, y más muertes. Guerras, femicidios, violaciones, robos, un mal gobierno y una ola de hambre.

Solté un suspiro de decepción, ¿cuándo el mundo se había convertido en todo esto? Cuando era pequeña la vida era más sencilla y mucho mejor, mis padres se amaban y vivía en mi propia burbuja donde nada era malo. Supongo que el mundo siempre había sido así, pero yo no quise ni me dejaron verlo como era realmente.

Alcé la mirada y vi a mi alrededor, estaba sola, tenía un departamento grande pero era la única.

—Casa, pero esto de casa no tiene nada.

Solté pensando en voz alta, dejé la comida a un lado y me asomé a la pequeña ventana que había cerca, apoyándome en esta observando lo que había debajo, vivía en el último piso del edificio.

Mi teléfono sonó, y caminé aburrida hasta allá, lo tomé y era una llamada: mi jefe, no le contesté, ya sabía que me iba a pedir, caminé hasta el espejo mirándome, para después poner la voz aguda y una mueca de alguien enojado.

—Tus opciones son aburridas, no me gustan. —Señalé con el dedo, mirándome. —¡No me gusta ____, cámbiala.—

Fingí la voz de él, haciendo muecas, gruñí tirándome al sofá: era ser escritora o morirme de hambre.

Comencé a pensar mirando al techo, alcé la mano mirándomela, observando mis uñas despintadas, pensando en cualquier cosa, hasta que puse música y me quedé dormida sin darme cuenta.

Tiempo [Haku y tú]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora