capítulo veinticinco

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Estaba sentada en las escaleras con las piernas colgando, abrazando a mi oso de peluche: pelusa. Me acompañaba mientras veía a mis papás enojado gritarse e insultarse, me asustaba tanto cuando mi papá alzaba la mano y decía que la iba a callar, pero no pensé que realmente lo iba a hacer.

La habitación se hundió en silencio después de escucharse un golpe en seco, mi papá se veía sorprendido y mi mamá se tomó el rostro, sorprendida por lo que acababa de pasar. 

—Rebecca, perdóname, yo no quería .—Estaba tan sorprendido como, tenía las manos en mi boca. —Perdóname...

Los dos voltearon cuando escucharon a coquette caerse de las escaleras. Me levanté rápidamente asustada por sus expresiones, bajé corriendo, tomándolo y después subiendo las escaleras evitando escuchar más fuerte los gritos llamándome, cerré la puerta y me escondí en el armario, haciéndole espacio a coquette.

—Shhhh, no digas nada, ¿si? 

Entraron pero no me encontraron, cerraron la puerta frustrados. Después de una hora, salí, me rugía mucho mi panza, no había merendado, así que dejé mi peluche y bajé las escaleras, viéndolos comiendo. Me senté después de con mis brazos abrir la silla, bueno, intentando. 

—Hija, tenemos que hablar contigo. —Exclamó mi mamá, ya no tenía el golpe. —Escúchanos.

Mi papá la interrumpió pidiéndole que se calle un momento, bajó la cabeza asintiendo. Enarqué una ceja, estaba curiosa por ese comportamiento, no entiendo, ¿las chicas tienen que actúar así cuando están casadas? 

No, eso no es amor, eso no me enseñó Ariel, Erick peleaba por ella, no le pegaba a ella.

—Sé que tienes 9 años, y eres muy inteligente, lo que viste hoy, es porque me enojé, pero no tienes que dejar que nadie te trate, ¿entiendes? .—Mi papá tomó mi mano, pero yo se la quité suavemente. —_____, escúchame.

Negué, tomando a mi mamá de la mano, ella negó y yo solamente tomé un pedazo de pastel y me fui corriendo, cerré la puerta, dejándome caer en esta. Mi papá tocó la puerta pero le grité que se fuera, escuché un golpe en la puerta y me arrastré hasta verlo enojado con el cinturón. 

—Papá, ¿qué haces? No papá, por favor, no lo hagas.

Mi papá solamente negó, antes que me pegue le dije una cosa, este rodó'los ojos preguntándome de que se trataba, me paré, y giré para que mi oso no vea, le puse una almohada en la cabeza, y después sentí todo su enojo.

Me miré al espejo, ya con 15 años de edad para ir al colegio, no me despedí de nadie, solamente caminé hacia donde estaba el lugar, cuando mi mejor amigo alzó la mano sonreí y lo abracé con una sonrisa. 

—Miren quien está aquí, que interesante verte de nuevo ____, pensé que por la pelea de ayer de tus padres ibas a amanecer muerta. 

Mi prima era mi vecina, y no entendía su odio hacia mi, si yo jamás le hice nada. Sus amigas se ríeron, y esta se le acercó a mi mejor amigo tratando de besarle en los labios pero se alejó, asqueado.

—Te he rechazado de todas las maneras educadas, pero si sigues así te llamaré por lo que eres, zorra.

Tomé el brazo de este y lo alejé de todos, entrando a clases, y así se repitió hasta que a los 18 años, cansada de todo esto, tomé mis maletas en la madrugada, en un arranque de locura, planeaba escaparme.

Cuando escuché que se terminaron los gritos, guardé todo, incluyendo a Coquette, y me escapé, ¿a dónde? No tenía idea, pero solamente sabía algo: lejos de casa. 

***

Me desperté, sudada y asustada, miré a mi lado y estaba Gao, lo llamé jalándolo del brazo, ¿dónde estaba? Lo último que recordaba era que estaba en un bar, cayéndome porque me pasé de copas, pero Gao no respondía. 

—Veo que ya te despertaste, mi niña.

Me asusté lanzándole una almohada, pero vi a Zeniba, sonriéndome tomando una taza de té junto al ratoncito y el pajarito, me sorprendí. 

—¿C—Cómo?...

—Ese muchahito me ayudó.

Haku estaba en la sala, impaciente, corrí hacia donde estaba él, mirándolo incrédulo, él me abrazó pero yo no correspondí, estaba sorprendida de que él estuviera ahí.

—¿Cómo sabes donde estaba?

Este se sonrojó un poco, y de mi cabello salió un pedazo de papel, él mismo que Zeniba usaba, pero cuando sonreí me fijé que tenía una marca en su frente, la toqué con mis dedos, sin entender. Recordé porque estaba ahí, así que rápidamente de mi bolsillo le devolví el sello que Haku anteriormente había tomado. 

—Zeniba, esto es suyo, Haku lo tomó porque era esclavo de Yubaba, vengo en nombre de él a pedirte disculpas. 

Zeniba carcajeó, divertida por la situación, acarició mi cabello castaño, sonriendo enternecida. 

—Ya me explicó el muchacho porque lo hizo, y me dijo que te encontró en un bar, pasada de copas contando porque estabas enamorada de él.

Al escuchar eso sentí como se me bajó la presión, me toqué el corazón y estaba estaba palpitando con tanta fuerza, y sentí como me ardía el rostro. 

—Entiendo, bueno, entonces, tenemos que volver, ya sabes...

Señalé la salida, pero antes de eso, escuchamos como Zeniba me llamaba, Haku esperó en la puerta, y Zeniba me dio su lazo.

—Entiendo lo que pasaste, lo pude ver en mi burbuja de sueños, me la dio Gao.

Miré a Gao enojada mientras este roncaba cómodamente como si nada, esta tomó mi mano. 

—Si quieres visitarme, puedes venir cuando quieras cariño, aquí te estaré esperando.

Sonreí y me tomé el atrevimiento de abrazarla, agradeciéndole. Señalé al ratoncito y a la ave, quienes estaban ahorita trabajando. 

—¿Puedes transformarlos?

—Oh, ellos ya pueden transformarse cuando quiera, están a gusto así.

Asentí, sin entender mucho, entonces, ¿por qué se habían quedado así? Me encogí de hombros yendo donde Gao.

—Bueno, vámonos Gao. 

Este despertó asustado lanzándome una de sus sombras atándome a la pared. 

—¡____! —Gritó Haku, bajándome cargándome como si fuera en una boda. —¿Estás bien?

Asentí sonriendo, a lo que Gao tosió, rodeé los ojos saliendo, cuando Haku se transformó en dragón, lo tomé de la mano negando. 

—Quiero caminar, ya sabes, tenemos que hablar de lo que pasó.

Tiempo [Haku y tú]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora