capítulo once

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Terminé de vestirme viéndome al espejo, miré mi reflejo, estaba perdiendo el color de mi piel, estaba comenzando a estar más pálida. Suspiré mirando al cielo, miré mis ojos, estaban hinchados de tanto llorar. Salí del lugar y después de ver como todos se tapaban las narices por el olor a humano, salí, dirigiéndome al puente, apoyé mis codos tratando de ordenar no mis ideas.

Sino mis sentimientos.

Cuando sentí un toque en mi hombro, volteé y vi a Haku quien me miraba, se notaba quien también había pasado mala noche, tenía ojeras, más ojeras de la que él suele tener. No dije nada, sabía que si preguntaba, no me iba a responder, solamente me limité a quedarme callada mirando el río, como el agua circulaba y hacía ruido. Después de cinco minutos habló.

—Gracias. —Lo miré, constestarnada. —Por no preguntar.

Ladeé la cabeza, y lo vi este sonrió sin dientes, se notaba que estaba dolido, se acercó a mi un poco, lo suficiente para estar cerca, pero no para invadir mi espacio personal. Hacía viento, así que me quitó mi cabello del rostro, tenía los ojos entrecerrados para poder verlo mejor. 

—Lo siento por haberte tratado así ayer, soy ayudando de Yubaba, si sabe que te ayudé, es capaz de hacerte algo y será más difícil verte. 

—Lo sé, no te preocupes, pero es que, tengo que volver a mi mundo lo más rápido posible. —Exclamé siendo sincera.—Necesito volver.

No sé porque lo que había dicho me dolií hasta a mi, pero nos quedamos callados los dos, el viento parecía que comenzó a soplar un poco más fuerte. Iba a volver pero Haku me tomó de la mano, apegándome un poco a él, no fue fuerte, sino más bien suave, pero tenía mi rostro entre sus manos. 

—¿Realmente quieres volver? —Susurró, serio. —Dímelo viéndome a los ojos. 

Iba a contestarle, iba a responderle, pero era imposible, sus ojos eran realmente hermosos, su tacto. Sus manos heladas que ahora parecían estar tibias estaban encima de mi piel.

Abrí la boca para hablar,  ladeé la cabeza suavemente, ya relajándome un poco más, ¿debería responderle? Mi corazón gritaba que si, pero mi cerebro era más grande así que solamente miré a un lado, suspiré, no le iba a dar el voto de confianza, pero bueno, supongo que puedo bajar la guardia un poco.

¿Verdad?

—No puedo hacerlo Haku, no puedo decírtelo viéndote a los ojos. —Susurré rindiéndome. —Es que tienes ojos tan preciosos, que no puedo hacer otra cosa que no sea admirarlos.

Dije sincera, este se sonrojó sonriéndome. Me acarició el cabello, pero a los segundos reaccioné y me alejé de su tacto. 

—¿Eres el único ayudante de Yubaba?

Negó, se podía ver que estaba triste. Eso me rompía el corazón, me daban ganas de renunciar a todo y quedarme con él, pero así no son las cosas, no se puede vivir solamente de amor. 

—Hay otro, se llama Gao, pero no se habla de él. —Se encogió de hombros sentándose cerca. —No se habla de Gao y ya. 

—¿Gao?—Pregunté. —¿Quién es Gao?

—¡No se habla de Gao!

Me rompe el corazón el hecho que esté tan a la defensiva por algo que nisiquiera entiendo, quisiera ayudarlo pero no entiendo como podría hacerlo, eso me hacía sentir frustrada e inútil. Me senté a lado de él apoyando mi cabeza en su hombro, y él apoyó su cabeza en la mía. 

—Lamento no poder ayudarte Haku, quisiera poder ayudarte como tú lo estás haciendo conmigo. —Suspiré frustrada. —Pero, no entiendo el contexto, no tienes que explicármelo, solamente, quisiera poder hacer algo más.

Respiré hondo. 

—Estoy..estoy acostumbrada a tener todo bajo mi control, todo a mis órdenes y todo siempre perfecto, cuando no es así, me frusto mucho y dejo todo tirado, porque soy demasiado perfeccionista. —Confesé. —Desde pequeña me enseñaron que si no haces las cosas bien, mejor no las hagas, creo por eso estar aquí me frustra y quiero irme ya, no puedo tener eso aquí y eso hace que estar aquí me carcoma poco a poco, no soy perfecta aquí, no puedo tener las cosas bajo a mi control aquí, con respecto a lo que hago.

Lo miré desde abajo, ya que él estaba un escalón más arriba, me estaba mirando atentamente. 

—¿Te refieres a tu trabajo y eso?—Asentí, apretando los labios. —¿Y entonces cómo trabajabas?

—No lo era, no era feliz, mi vida muy aburrida no encontraba felicidad, amo mi trabajo pero mi jefe lo hace aburrido y estresante, odio tener que trabajar con él, y yo?

No pude seguir hablando, porque me besó.

Tiempo [Haku y tú]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora