capítulo dieciocho

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Me desperté porque los rayos del sol me estaban molestando en mis ojos, cuando hice esto, vi que nadie estaba a mi alrededor, me sorprendí. ¿Había dormido tanto? Hace tiempo no hacía eso, lo tomé como un regalo de parte de la vida hacia mi. Me asomé, y vi el paisaje, la caldera estaba prendida, ¿en serio me dormí demasiado?

Me coloqué la ropa, para después bajar a donde estaban todos, todos estaban demasiado alborotados, mientras corrían con platos de comida en mano, fruncí el ceño, tanto ruido me causaba desesperación.

—¡Sen, ven, tenenmos que llevarle comida? —Dijo Lin emocionada con algo en la mano. —¡Rápido!

—¿Cómida, a quién? —Exclamé confundida, viendo como me daba una vuelta literalmente. —¿Por qué todos están emocionados?

—Un cliente que recién llegó, ¡mira con lo que me pagó!

Me enseñó una pepita de oro, a lo que yo ladeé la cabeza, sin ningún tipo de interés, la vi con aburrimiento, y esta cogió otro plado y se fue, a lo que yo entré a uno de los cuartos, mirando el paisaje apoyándome en mis codos.

—¿De verdad, valdrá la pena volver? —Pregunté en voz alta—Digo, por algo quiero hacerlo, ¿no?

Escuché un estruendo, para después ver como un dragón enorme y blanco era perseguido por...¿aves? Me asombré, viendo como estaba herido, y apenas podía volar, se parecía al dragón de Haku, entrecerré los ojos, y de hecho, lo era, era Haku

—¡Haku, ven, por aquí! —Grité alzando el brazo para que me viera. —¡Acá!

Abrí la puerta, y fui empujada por como Haku voló a toda velocidad, cerré la puerta lo más que puda, pero fui llenada por...papel.

—Es solamente papel...

Agarré una de las hojas, viendo. Miré a Haku, quien solamente me miró con enojo, me asusté un poco, pero lo toqué y se calmó notablemente, cuando lo toqué, me manché de sangre.

—¡Mierda, Haku, resiste!

Exclamé, para después salir corriendo, todos estaban en círculo, y uno de los empleados me gritó que me moviera, alcé la mirada y estaba el espíritu de antes.

—¡Niña necia, te dije que te—

Lo tiró a un lado, a lo que lo vi, me reí un poco por la situación, para después volver al espiritu, quien con sus manos, creó una bola enorme de pepitas de oro.  Me lo extendió, a lo que yo negué, me lo volvió a dar, a lo que volví a negar.

—Disculpa, no lo quiero, perdóname, estoy muy ocupada.

Salí corriendo, pasando entre toda la multitud, y con mucho esfuerzo, y con esfuerzo, me refiero a que casi literalmente muero, llegué donde estaba Yubaba, me escondí escuchando una conversación ajena.

¡Sí, ya sé, soy una metida!

—Es un sin rostro, mira hasta donde la plata te mueve.

—Lo siento, es que me gusta mucho la plata.

Rodeé los ojos, típico de cualquier ser humano, no me sorprende lo que estoy escuchando la verdad.

—Traigan a Haku, lo lanzaré a la hoguera, ya no me sirve.

Sentí como comenzaba a sudar frío por aquella oración, ¿cómo puede existir alguien tan malévolo?

Bueno, existe mi padre, retiro lo dicho.

Cuando escuché sus pasos, me desesperé, así que me metí a una de las enormes almohadas que habían ahí, todo se tensó cuando vi que Yubaba buscaba algo entre las almohadas, mierda me voy a morir. 

Escuché un llanto de bebé, me sorprendí, ¿había un bebé aquí? Cuando escuché que se fue, y sentí un jalón, comencé a insultar en todos los idiomas posibles y por haber.

Volteé, y era un bebé, pero, uno muy grande, pero en serio, creo que debe medir más de dos metros fácilmente. 

¿De dónde habrá salido, le habrá dolido a la madre parir algo tan grande?

—Gracias por salvarme, pero...tengo que irme. —Exclamé parándome, pero el niño me tomó del brazo jalándome, haciendo que vuelva. —En serio tengo que irme.

—¡No, juega conmigo ahora!

Lo pateé, y comencé a patalear para salir, al ver a Haku tirado, junto a las tres cabezas, me asusté, y me arrodillé.

—¡Haku, por favor, resiste!

Lo abracé fuertemente, pegándolo a mi. La desesperación, y el corazón me latía fuertemente, nunca, en mis 18 años de vida había sentido como la tristeza, y la amargura me inundaran tanto el alma.

—Por favor, Haku, no te mueras, yo...te amo.

Sentí como un ave me jalaba el cabello suelto, pero yo me aferré a pesar de todo a Haku. Abrí los ojos cuando escuché pasos enormes, todos volteamos, y vimos como el bebé anteriormente, salía.

—Si no juegas conmigo, lloraré.—Pateó el suelo con fuerza, haciendo que todo temblara. —Y lloraré mucho. 

—Por favor, espérate. —Rogué, pidiéndole ya en llanto. —Te juro que jugaremos luego, pero ahorita no. 

Una voz salió de mi lado, me asusté, y vi un papel de los que atacaban a Haku, salir, convirtiéndose en...¿otra Yubaba? 

No por favor, ya tengo suficiente con una, ¿ahora en qué me metí? El bebé se sentó chupándose el dedo curioso, gateando hacia ella alzando su mano, tratando de aplastarla pero ella solamente se movía de un lado de la habitación a otro jugando con el bebé. 

—Baba...—Dijo sorprendido. —¿Baba?

—¿No puedes reconocer a tu propia madre, eh?

¿Qué, cómo que tu propia madre?


Tiempo [Haku y tú]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora