capítulo seis

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Cuando terminé de entrar en razón, comencé a caminar hacia donde me dijeron que estaba Kamaji, me dijeron que era una especie de carbonera, así que me dije mentalmente que iba a hacer calor, y efectivamente, apenas comencé a acercarme, comencé a sudar, hacía demasiado calor, cuando lo vi era un hombre ya de mayor avanzada, pero no lo suficiente para decir anciano.

Relamí mis labios repasando que decir, era como una entrevista de trabajo, así que comencé a pensar mis virtudes y defectos de porque deberían contratarme. Cuando me acerqué lo suficiente ahogué un grito al ver su cuerpo, era una especie de araña.

—Buenas noches. —Bien, un punto me salió natural. —Vengo aquí por el puesto de empleo.

No me hizo caso, pasó de mi como si yo no estuviera presente, abrí la boca ofendida, pero no dije nada, tenía que demostrar seguridad. Así que mantuve mi gesto, sereno, con una encantadora sonrisa según yo. Cuando los minutos se hacían eternos, me atreví de nuevo a hablar.

—Soy ____, tengo treces años de edad y siento que usted debería contratarme ya que mi fuerte es lo que son los factores de comunación, soy muy buena vocera, y también mi fuerte es la escritura, y también yo.

Me interrumpió haciendo que mi discurso pare.

—Cállate y pásame el cárbon. —Dijo sin mucho interés, nisiquiera había volteado a verme. —¡Niña idiota, el carbón!

Volteé y vi a una especie de pelusas cargar carbones, me sorprendí y me morí de ternura, me acerqué, extendí mi mano, y algunas me miraron con confusión, pero se subieron y me hicieron cosquillas, sonreí analizándolas.

—¿Qué son?

Susurré al aire, no esperaba respuesta, pero aún así la obtuve.

—Son mis trabajadoras, ahora diles que hagan caso.

Gruñí, pero bueno, necesitaba el trabajo, al verlas como trabajan, tomé un pedazo y lo lancé a la hoguera, y así sucesivamente.

Los ayudé de poco en poco, hasta que escuché como alguien gritaba que era hora de comer, me di la vuelta y todas las pelusitas comenzaron a saltar de emoción, dejando los pedazos de carbón a un lado, una chica pálida con labial abrió la puerta entregándole comida a Kamaji, y lanzando caramelos en forma de estrella a las pelusas.

Era impresionante.

Cuando me vio, ahogó un grito señalándome, aterrorizada, me quise acercar pero ella retrocedió asustada, me quedé quieta mirando a Kamaji, no entendía que estaba pensando, ¿acaso los humanos aquí son crueles, comen personas, o qué, por qué tanto miedo a mi especie? Me pregunto si hubo alguna guerra, es la única explicación que entendería de porque literalmente la fobia hacia nosotros, sino, entonces estoy loca.

—¡Una humana! ¿Qué haces aquí? —Me miró mal. —Con razón todos están tan alterados echando perfume, apesta a humano. 

Cuando iba a decir algo Kamaji se adelantó.

—Es mi nieta.

Abrí la boca impresionada, a lo que él me miró, haciéndome señas, la miré asintiendo, tratando de parecer lo más creíble, sonreí con mis dientes.

—Está buscando trabajo, pero no puedo ofrecerle porque todo está ocupado, llévala con Yubaba, estoy segura que le dará trabajo.

¿Yu...qué?

—¡Ni de chiste! No lo haré.

Se cruzó de brazos, extendió lo que parece ser algo asado, se veía asqueroso, hice un mueca de asco mostrando lo que pensaba. Después de una pausa esta chasqueó la lengua enojada, comiéndoselo, tuve arcadas, literalmente se veía espantoso, la comida de McDonalds se veía mejor que esa cosa, y eso es bastante que decir para mi la verdad.

—Bien, ven, apúrate.

Asentí, alzando mi pierna para no aplastar el carbón, me despedí de Kamaji con la mano, este correspondió con un asentimiento de cabeza, sonreí un poco más calmada. Iba caminando hasta que ella volteó.

—¿No dirás gracias o algo? —Farfulló. —¡Que maleducada!

Asentí, es verdad, había sido muy maleducada, mis papás no me habían enseñado eso, pero ahora que lo pienso, yo lo aprendí después de años.

—Gracias. —Exclamé en un susurro avergonzada jugando con mi cabello. —Lo siento, estoy, algo a la defensiva. 

Hubo un silencio un poco incómodo donde la chica lo rompió.

—Deja los zapatos, no los necesitas.

Me senté, sacándomelos, las pelusitas me miraban con curiosidad, una alzó su manita despidiéndose, a lo que imité sonriendo, la chica me cerró la puerta en la cara.

—No tenemos tiempo que perder, vamos. 

—¿A dónde? claro, si puedo saber.

—Vamos a que Yubaba te de trabajo, sino, serás asesinada en este mundo.

Tragué en seco, esto se iba a poner interesante, quería preguntar pero no quería abusar de confianza, pero tenía tantas ganas, ¿qué hago, pregunto o no pregunto?

Al diablo, después de todo, no tenía nada que perder, digo, estoy encerrada en un mundo donde no sabía si iba a salir viva después de todo. 

—¿Puedo saber por qué tanto odio hacia los humanos?

Pregunté lo más suave que pude, rezando que no me tiren a la hoguera  o algo así, pero me sorprendí con su respuesta.

—Porque a la mayoría nos asesinaron aquí.

Tiempo [Haku y tú]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora