Capítulo 9

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Somos muy fuertes cuando admitimos nuestra debilidad. - Honoré de Balzac.

***

Jhonny esperaba a Isabella en el salón. Él había hecho amago de marcharse y ella lo había dejado allí, esperando para saber qué. Después de cenar habían pasado un buen rato hablando de cosas banales, como sus hobbies o aficiones, donde él descubrió que la música y el baile le gustaba más de lo que pudiese haber imaginado a Isabella. Con ella los minutos volaban, y lo hacían de tal forma, que cuando ambos se habían querido dar cuenta las manijas del reloj pasaban de las dos.

Sin poderlo evitar se fijó en las diferentes diapositivas. Había fotografías de su padre, por supuesto de su hermana Emma, pero muy pocas de ella, cosa que le llamó la atención. Inevitablemente se preguntó si aquel hecho tenía que ver con esa inseguridad que presentia que tenía Isabella fraguada por su enfermedad.

Había decenas de libros de todo tipo: fantásticos, históricos e incluso novelas románticas. Sin duda, aquella mujer, era toda una sorpresa y así lo corroboró cuando ella regresó con una fina bata que se ceñía perfectamente a su cuerpo. Enseguida sintió el tirón en la entrepierna, tirón que había tenido que controlar demasiadas veces desde que la había tenido enfrente. No se consideraba un obsesionado del sexo. Es más, había pasado largas temporadas de sequía absoluta en la que se había conformado con masturbarse muy de vez en cuando, pero ahora se había vuelto una constante. Su polla reaccionaba con demasiada facilidad y él tenía la imperiosa necesidad de satisfacerla con la gloriosa mujer que se había puesto en su camino de manera inesperada.

—¿Pretendes retenerme? —preguntó repasando con la mirada cada curva de Isabella.

—¿Funciona?

—Valdría con que me lo pidieras.

—Quédate… —murmuró bajando con cierta timidez la bata hasta descubrir parte de su hombro.

Jhonny humedeció sus labios. Ansiaba desnudarla, pero lo que más necesitaba era amarla. Se aproximó con lentitud a ella pudiéndose percatar del ligero temblor que la asolaba. Deslizó el dedo por el fino tirante y lo bajó sutilmente, dejando su hombro al descubierto para después depositar un cariñoso beso en la piel descubierta. Isabella jadeó, aún así su inseguridad era palpable.

—Jamás haría algo que tú no quisieras. Lo sabes, ¿verdad? — Ella asintió — Si así lo deseas no tocare la cicatriz y si prefieres que estemos a oscuras yo…

—Jhonny, no tiene que ver con mi cuerpo.

—¿Entonces?

—Me da miedo todo este aborigen de sentimientos que me despiertas. Me aterra equivocarme contigo.

Él la miró con evidente ternura y quizá con una pizca de nostalgia, porque era inevitable no sentir absolutamente nada. De hecho, comenzaba a percatarse de que estaba metido en la misma mierda que su amiga Melanie, esa mierda que muchos llamaban amor y de la que le aterraba ser partícipe. Porque desgraciadamente el amor traía una serie de decepciones que no estaba seguro de poder tolerar.

—No me hagas daño —pidió Jhonny acariciandola la mejilla —. Ahora mismo solamente tú tienes el poder de destruirme. No lo hagas.

Isabella comprendió el significado de sus palabras. Ambos estaban en el mismo camino, ambos estaban aterrados por lo que les rodeaba y ninguno quería sufrir ese gran dolor que producía el desamor. Algo que sospechaba que por su tipo de vida y una serie de circunstancias, el bailarín sufriría tarde o temprano. Entrelazaron los dedos y lo dirigió hasta su dormitorio, donde ella se adelantó. Cuando resonó la puerta a su espalda se liberó de la bata, dejándola caer al suelo y mostrándole a Jhonny sus nalgas desnudas.

Bailando con la fama | Erótica + 18 | Parte 4/4 Completa ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora