Capítulo 30

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Valor es lo que se necesita para levantarse y hablar; pero también es lo que se requiere para sentarse y escuchar. - Winston Churchill.

***

Jhonny había pasado prácticamente la noche en vela. Con suerte habría conseguido dormir un par de horas en el sofá. Ambos habían permanecido allí abrazados, hasta que Isabella, por puro cansancio se había quedado dormida. Él, para evitar moverse y despertarla, había permanecido en la misma posición, cuidándola. No habían hablado, ni mucho menos intimado, pero ambos se sentían más conectados que nunca. El bailarín, inevitablemente, había pensado en lo que se iba a convertir su vida. No pensaba entrar en ninguna guerra cruzada con el cardiólogo, mucho menos con el Señor O'Sullivan, solamente quería ser feliz con su ángel y eso, desde su punto de vista, no era pedir demasiado.

Isabella se agitó contra su pecho y él intentó calmarla con su voz. Finalmente ella se despertó con los ojos ligeramente hinchados, lo que no evitó que él acariciase su mejilla con toda la ternura del mundo, pues era toda su vida y más. Ella sonrió con timidez al percatarse de que continuaban en aquel viejo sofá y que Jhonny seguía totalmente sentado, por lo que intuía no habría descansado.

—Buenos días… —murmuró él, sonriendola.

—No has dormido, ¿verdad?

—Lo suficiente —mintió para evitar que ella se sintiese peor —. ¿Quieres un café?

Ella asintió y Jhonny, después de besarla con delicadeza se levantó para preparar aquel café que ambos necesitaban. Preparó la cafetera mientras que Isabella entraba al cuarto de baño y él, desde la distancia aprovechó para mirar la sombra de la mujer que se dibujaba en la puerta del aseo. Por su posición, intuía que se encontraba frente al espejo, posiblemente mirando su aspecto desmejorado, porque no lo podía negar, tenía mala cara. Estaba seguro de que el cansancio había hecho mella, al igual que las largas horas que había pasado llorando, pero también fue consciente de su inseguridad cuando la escuchó quejarse. Se aproximó y se apoyó en el canto de la puerta, mientras que ella tocaba las ojeras y las bolsas que había bajo sus ojos…

—Estas preciosa.

Isabella bufó mientras lo sentenciaba con la mirada, lo que le hizo reír por primera vez a todo pulmón.

—Acostumbrate a verme así.

—Encantado… —dijo cruzándose de brazos y mirando las nalgas que se asomaban cada vez que ella alzaba los brazos para tocar lo que ella consideraba "imperfecciones" — Duchate, te prepararé algo para que comas.

—¿Acaso también apesto? —preguntó levantando el brazo y oliéndose la axila.

—Te vendrá bien para despejarte… —inquirió tocándole la punta de la nariz —. Si necesitas cualquier cosa estaré aquí fuera.

El bailarín al ver como ella se disponía a desnudarse, cerró la puerta con suavidad por un único motivo y, era que, su polla seguía yendo por libre. Sí, apenas había dormido, pero se veía plenamente capacitado para subirla al lavabo y hacerla suya. Bufó frustrado y regresó a la pequeña cocina intentando olvidar la excitante escena que se había montado en su cabeza. Antes que su placer estaba ella y dudaba mucho que su lista de prioridades, en aquel momento, fuera follar. Ante todo era un caballero y sabía comportarse… Mientras que Isabella se duchaba, él preparó una bandeja con unas tostadas de pan integral que colocó sobre la mesa del salón. A continuación, cogió el vestido de novia que se encontraba en el reposabrazos del sofá y lo llevó a su dormitorio para tenderlo sobre la cama e intentar eliminar cualquier arruga que se hubiera formado de la noche anterior. Por último, regresó para servirse una taza de café que se bebió con una tranquilidad infinita, pues la mujer que amaba estaba con él.

Bailando con la fama | Erótica + 18 | Parte 4/4 Completa ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora