Capítulo 16

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Los temores, las sospechas, la frialdad, la reserva, el odio, la traición, se esconden frecuentemente bajo ese velo uniforme y pérfido de la cortesía. - Jean Jacques Rousseau.

***

La inauguración de la academia estaba siendo un éxito. Decenas de personas pasaban para ver las instalaciones e informarse de las distintas promociones y modalidades de pago. Aquello sin duda había sido un boom. La pareja de bailarines no se había imaginado aquella cariñosa acogida, mucho menos esperaban ver a algún que otro antiguo alumno, cosa que les engullercio en exceso. Pues eso solamente significaba una cosa y era que hacían bien su trabajo.

Jhonny había accedido a la recepción para ir recogiendo diferentes matrículas y saludar a todos aquellos que ya conocía. La fila comenzaba a salirse fuera del local, lo que le hizo sonreír enormemente. Sin embargo, una voz familiar le hizo levantar la mirada de aquel tumulto de papeles que comenzaba a albergar en el escritorio. Isabella se encontraba en la fila y para más inri no venía sola. Piero la cogía cariñosamente de la mano mientras que la hablaba con toda la tranquilidad del mundo. Tranquilidad, por supuesto, que se esfumó del bailarín.

Jhonny se movió nervioso tras la recepción. El agobio se hizo mayor. No quería enfrentar a la pareja, mucho menos quería verla. Necesitaba huir de allí y necesitaba hacerlo cuanto antes. Melanie, como si fuera capaz de leerle la mente se aproximó al stand, momento que aprovechó para solicitar un descanso.

—¿Me relevas un momento? —preguntó el bailarín a punto de colapsar.

—Por supuesto, tomate el tiempo que necesites.

Se despidió con amabilidad de la mujer que se encontraba atendiendo y huyó de allí. Caminó hasta pasar las salas de baile y sin dudarlo se encerró en el almacén con la sana intención de que absolutamente nadie lo encontrará. Verla había sido como saltar al vacío, como pegarse un tiro en las pelotas, pero lo peor era verlo con él. Con la persona que le había arrebatado todo. De pronto, alguien tocó a la puerta y antes de que pudiera responder Dorian ya estaba dentro..

—¿Qué te traes con la O'Sullivan? —preguntó sin contemplaciones.

—No se a que te refieres —bramó Jhonny poniéndose en pie dispuesto a apartarlo para salir de la estancia.

—Oye, escúchame… — Dorian lo sujetó del hombro y al mirarlo comprendió su dolor — Sé que no es de mi incumbencia, pero la reconocí aquel día en tu piso.

—Dorian, no insistas…

—Está bien, pero a ver cómo sales de esta porque Melanie quiere que salgas ahí fuera a hablar con ellos.

—¿Y por qué cojones iba a querer eso? —preguntó exaltado.

—Él ha preguntado por ti y ella está deseando salir corriendo. Tal y como has hecho tú. Asi que me temo que no se marcharán hasta que salgas y hagan lo que sea que hayan venido a hacer aquí.

—¡Cojonudo! —inquirió Jhonny enfadado.

—Oye si os vais a partir la cara por ella…

—No tengo nada con Isabella y mucho menos con él —quisó aclarar de inmediato.

Dorian que no estaba del todo seguro, se encogió de hombros. No era su guerra, pero tampoco era estúpido.

—Como buen abogado te diré que no os conviene un numerito de ese calibre aquí, mucho menos el día de inauguración, pero si sucediera jamás des el primer golpe.

Jhonny puso los ojos en blanco ante su consejo y salió hecho un toro de su escondite. Desconocía las intenciones de la pareja… ¿Y si Piero había descubierto la infinidad de llamadas que Isabella le hacía al bailarín? O mejor aún, ¿Y si había descubierto su triste historia de amor? Fuera lo que fuera pensaba adivinarlo. Ellos esperaban a un lado, pero Isabella, a diferencia de Piero, lucía todo el rato con la cabeza agachada.

—¿Qué necesitan? —preguntó evitando la mirada de la mujer.

—Queríamos apuntarnos a clases de baile. Mi prometida y yo estamos a pocos meses de contraer matrimonio y el señor O´Sullivan nos recomendó sus servicios.

Sin duda era tan insignificante que el cardiólogo se había olvidado de él. No solo tenía que soportar que la mujer que amaba se casará con otro hombre, sino que además tenía que montar y preparar su baile nupcial. Melanie lo miró de reojo e intuyó que había descubierto la identidad de la mujer misteriosa que tanto se había esforzado en tapar. Tomó el formulario de inscripción y se lo acercó al hombre.

—Déjenme sus datos. No puedo prometerles nada, estamos desbordados de trabajo como pueden ver.

—Disculpe, creo que no me está entendiendo. Quiero contratarle a usted, queremos clases particulares. No importa la cuantía.

—No insistas… —murmuró apurada Isabella — Acaban de abrir la academia. Déjale los datos y vámonos, estoy segura de que si tiene tiempo libre nos llamará. Ya oíste lo que te dijo mi padre, es un profesional.

Jhonny tragó saliva con dificultad. Dorian tenia razón, era evidente que ambos querían salir corriendo de allí. Melanie que ya había despejado la cola se colocó a su lado y le dio un cariñoso apretón de mano

—Está bien… Recuerde que el precio lo marca usted. Espero que sí le tiene algún tipo de aprecio al señor O´Sullivan pueda hacernos un hueco en su apretada agenda.

—Por favor… Marchemonos, vamos a llegar tarde —dijo Isabella con cierto rubor.

Jhonny por primera vez se permitió el lujo de mirarla, lo que le produjo un gran dolor. Dolor que también se vio reflejado en los brillantes ojos de ella.

—No se preocupen, veremos qué podemos hacer —afirmó Melanie recogiendo el formulario completado.

En ese momento, la pareja se dio la vuelta y salió de la academia a paso ligero, aunque no sin antes lanzarse una última mirada. Jhonny enrabietado dio un pequeño puntapié a la mesa, evitando así arrasar con ella que, en verdad, era lo que deseaba.

—Es ella, ¿verdad? — Él asintió con resignación. No tenía sentido engañarla.

—Tíralo, no pienso llamarles. Por cierto, necesitamos contratar más personal…

—Jhonny…

—Por favor, Mel. Ahora no —pidió al borde del derrumbe.

—¿Te apetece venir mañana a desayunar a mi casa? Ya sabes, como en los viejos tiempos…

—¿Con el abogado?

—Prometo no molestar —dijo el aludido soltando un suave beso en el cuello de su mujer —. Sabes que eres bienvenido.

Jhonny asintió agradecido y dispuesto, por primera vez, a abrirse con su fiel amiga. Finalmente se movió entre la gente, esquivó sus cuerpos hasta conseguir salir al exterior y poder tomar un poco de aire. Todo era una auténtica mierda. Ni siquiera esos dos meses habían bastado para sanar, al contrario. Al verla se había percatado de lo mucho que la añoraba, no solo eso, sino que al oler su fragancia había deseado enterrar el rostro justo ahí, en su cicatriz, entre los pechos de la mujer hasta quedarse dormido. Isabella O'Sullivan le había calado y lo había hecho de manera profunda.

Bailando con la fama | Erótica + 18 | Parte 4/4 Completa ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora