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CAPÍTULO I: La princesa del reino
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Ben era una persona madrugadora, siempre solía ser el primero en aparecer en el desayuno. Aunque no estaba acostumbrado a pasar un verano con todos sus amigos en el castillo (y con amigos me refiero a Carlos, Jay...), Mal o Hades.
Y fue a Hades a quien se encontró en el comedor con una taza de café negro y escribiendo en un cuaderno de cuero.
—Buenos días, Hades —saludó. Aún no le dejaba llamarlo suegro, y no iba Ben a retar a un dios.
—Niño —dijo a modo de saludo.
—Tengo 18 años, creo que eso no hace falta.
—Yo tengo casi 5.000 años.
—Bien...
Ben se sentó y fue sirviéndose el desayuno del buffet de la mesa. Hades seguí tranquilo e impasible en la mesa sin prestar el más mínimo de atención. El rey lo miraba curiosos, viendo cómo escribía en el cuaderno.
—¿Qué día es hoy? —preguntó Hades de repente.
—Eh... 27 de junio.
—Genial —escribió en el cuaderno de cuero.
—¿Tú... tienes un diario? —Ben se atrevió a preguntar.
—Tengo miles y millones de diarios. Como he dicho, tengo casi 5.000 años; olvido cosas. Me gusta apuntar todo lo que veo y a todos los que conozco.
—¿También tienes diarios de cuando estuviste en la Isla?
—Unos dos o tres solamente —contestó él, encogiéndose de hombros—. El tercero no lo acabé. La verdad es que no solía apuntar muchas cosas sobre mí, solo lo que decía la tele y las pocas noticias que recibía de mi hija. Sus primeros pasos, palabras, travesuras...
