13. Argent

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Las espadas eran hermosas

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Las espadas eran hermosas. La gran variedad de tamaños de las mismas la sorprendia. Eran herreros, su trabajo era crear. Nadie podría comparar sus herramientas con las de ellos.
En la época de la conquista, ellos se encargaron de crear miles de espadas para los hombres del conquistador, un logro no reconocido.

Las puertas se abrieron y anunciaron al joven futuro Lord de la casa Argent. Joel se acerca cauteloso a Vaenya mientras está solo se dedicaba a ver la espada más alta del salón.

—¿Ves a Galathea?

—¿Qué clase de nombre es ese?—le pregunta sin siquiera voltear.

—Tiene su historia, además de que está espada fue hecha con acero valiryo—confiesa Joel logrando captar la atención de Vaenya. —Escuche que fue muy difícil encontrar el acero valiryo, y fue una travesía aún más problemática forjar la espada. Varios perdieron sus dedos...

—No deberían jugar con fuego—le dice Vaenya viéndolo sonreír.

—El fuego nos ayuda a crear, princesa. Sin el nuestros castillos sólo serían rocas y arena—le dice mientras está examina la cara del chico... finas facciones, aunque una mirada agradable.

Vaenya no contesta, solo voltea para ver otras armas. Bellas y prácticas, las espadas eran su especialidad, pero las armaduras también eran una obra maestra.

—¿Has hecho alguna?

—Con acero valiryo, no. Con acero normal, si...—confiesa acercándose a ella. —Escucha, se que cause una muy mala impresión, pero si nos casaremos al menos hay que llevarnos bien.

Vaenya toma una de las hachas que estaban en la gran mesa de armas. Siente su peso y ve a Joel.

—¿Sabes algo?... Pase la mayor parte de mi vida pensando que me casaría con mi hermano Aegon—dice ella viendo el filo del hacha. —Ahora tengo que escoger. ¿Sabes porque, de todas las cartas, de todas las grandes casas que pidieron mi mano, decidí venir a este lugar?

—¿Porqué?

—Por qué nunca había oído hablar de Blacksmith... Nunca en mi vida—dice. —Solo quería venir a conocer y no estoy decepcionada.

—Entonces, ¿no quieres casarte conmigo?

—Tengo que hacerlo o si no mi padre elegirá al peor de la lista—dice para después dejar el hecha. —¿Tu quieres casarte?

—Bueno, no es algo que pueda decir en frente de ellos—le dice refiriéndose a los guardias. Esta les hace una señal para que los dejaran solos en la habitación.

Los caballeros abandonan el salón dejando el silencio atrás.

—¿Ya puedes ser sincero?—pregunto.

—Si quiero casarme, pero no quería casarme ahora—dice viendo las armas también. —Pero tengo que hacerlo, soy el mayor... La sangre no debe terminar conmigo.

—¿Y tu hermano menor?—pregunto Vaenya.

—Él es todo un caso—compartir con pesadez. —En resumen es que... Por parte de él, no vamos a tener descendencia. Tal vez los dioses nos odian, tener descendencia siempre es difícil.

—Tu padre tuvo suerte de tener dos—comenta y Joel asiente.

—Él es el más afortunado, no sólo tuvo dos tiene tres, también tengo a mi hermana menor, aunque ella es algo rara—la apoya.

—Es tu hermana...

—Pero no habla, nunca lo hace—confiesa viendo a Vaenya.

Vaenya toma una espada y después ve a Joel que estaba confundido por lo que ella hacía.

—¿Entrenas con madera o con metal?—pregunta sosteniendo la espada en alto. Joel sonríe un poco por la espontánea pregunta.

—¿Entrenar con madera contra mi prometida? ¿Donde están mis modales?—bromea caminando a la puerta esperando a que esta lo siguiera.

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El rey y el Lord de Blacksmith estaban hablando mientras caminaban en el jardín para llegar a la sala de armas.

—Me siento muy afortunado de tener a su hija, la princesa Vaenya aquí...—le dice Lord Argent.

—Vaenya es una princesa muy especial, meticulosa... Algo bárbara, pero tiene un buen corazón—le dice Viserys a el Lord.

Estos caminaron hasta escuchar el sonido del metal chocando en una batalla. Ambos fueron a donde se escuchaba creyendo que los caballeros entrenaban. Su sorpresa llego cuando vieron a Joel y a Vaenya entrando con las espadas ahí.

Joel tenía un par de rasguños en los costados de los brazos y Vaenya tenía el vestido rasgado.

—Por los dioses—dice Lord Argent. —Haré qué se detengan de inmediato...

—No, mi Lord. Déjelos. Vaenya aprendió a usar la espada antes de aprender modales en la mesa, estará bien—le dice Viserys.

En eso Joel con la espada rasga aún la sofisticada manga de Vaenya.

—Ese vestido era caro...

—¡Joel!—grita Lord Argent a su hijo.

—¿Qué!—grita volteando, se paraliza al ver al rey y en el acto, Vaenya aprovecha para darle una patada y derribarlo.

—No te distraigas—le aconseja Vaenya viéndolo en el suelo ignorando por completo qué su padre estaba ahí viéndola.

Viserys le sonríe y después ve al Lord Argent todo angustiado y lleno de ansiedad por como su hijo tenía a la princesa...

—Aquí un par de consejos. No trate de controlar a mi hija, eso es imposible... —dice y este pone mucha atención. —A partir de ahora le recomiendo que compre tela barata.

—Pero si es la princesa...

—¿Acaso ve que a ella le importa el precio?—le dice indicándole con la cabeza que viera a su hija.

Vaenya tenía el vestido gris sucio de por la tierra del campo de entrenamiento. Las mangas colgadas estaban destrozadas y la falda estaba roda de un lado. Era un desastre...
La tela y la costura costaron una fortuna... El bordado llevo casi 8 días en completarse y usaron mucha más tela que la habitual ya qué la princesa gozaba de una altura peculiar.

Al rey no le importaba gastar en ella, pero por piedad a las costureras preferiría vestidos baratos a partir de ese momento.

Ver a su hija llevarse bien con su prometido le llenaba el corazón de alivio.

—Empiece con los preparativos. Mi hija se casa con el joven Argent—dice el rey.

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LET IT BURN ¦ Aemond TargaryenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora