08.

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Un auto se alejaba a toda velocidad y una Sofía despavorida corría por el campo de deportes llamando a Lauren.

Lauren Jauregui, equipada con los esquíes, surgió de quien sabe dónde.

—Sofía —llamó a su vez—. Sofía, estoy aquí.

Sofía cruzó con una exhalación.

Se agarró al brazo de su amiga.

—Sofía, ¿qué te pasa? ¿Los ha descubierto tu madre?

—No, no. Camila... Mila entró allí...

—¡¡Dios mío!!

—Pero..., pero...

—Oh, cálmate. Ven conmigo. Vamos al refugio.

—No puedo. No soy capaz de dar un paso. Sujétame, Lauren. Estoy..., estoy muerta. O lo estaré.

Lauren Jauregui resultaba una mujer muy enérgica. Aprendió mucho en la vida. Ya no tenía lágrimas, ni dolor en el alma, a fuerza de tener tanto.

Asió a su amiga por los hombros y apoyándola en su cuerpo fue bordeando el campo de deportes hasta la misma entrada del parador.

—Llévame... a mi cuarto, por favor. Allí te contaré... Necesito estar en mi cuarto cuanto antes.

— ¿Y Shawn?

—Se ha ido. No quería, pero yo le pedí... Le pedí por Dios que se fuese.

—¿Los ha visto?

Entraban en el ascensor.

Lauren le habló al oído a su amiga.

—Cálmate. Que no note nadie...

Llegaron al piso superior. La gente, a aquella hora, regresaba del campo de deportes, subía a sus habitaciones a cambiarse de ropa para la comida.

Salieron del ascensor en avalancha. Sofía y Lauren, mezcladas con todos, se fueron a la alcoba sin ser vistas por ningún conocido.

—Cierra con llave —dijo Sofía con desesperación—. Estoy tan habituada a dejar la puerta sin llave, que...

—Calla ahora. Cálmate. Te voy a dar una gragea para calmar tus nervios.

—No me atontes —sollozó Sofía desesperadamente—. Quiero decírtelo todo. —Respiró mientras ordenaba sus pensamientos— Yo estaba allí, donde tú me dejaste... Shawn es mi marido. ¿Por qué tengo que ocultarlo? ¿Por qué no puedo casarme con quien quiero? Nos amamos. De tal modo que... no podemos pasar el uno sin el otro.

—No necesitas explicarme eso —susurró Lauren con ternura, echándola en el lecho y alisándole el cabello con los dedos una y otra vez para tranquilizarla—. No es tan grave. Quizá no los haya reconocido.

Sofía intentó incorporarse.

—De eso estoy segura —gimió—. Y es lo que más me duele y preocupa. Pensará que tú..., tú...

Lauren miró al frente, ahora entendía.

Allí estaba el motivo, el momento... para devolver todo bien que aquellas personas le hicieron. ¿Qué importaba ella? ¿Quedaba en la vida algo que pudiera interesarle de verdad, además de aquellas dos mujeres?

No.

Y ella iba a cumplir con un deber de profundo agradecimiento. Les debía todo a ellas y nada a Camila.

—Sigue. Olvídate de mí...

—Es que ella va a pensar que tú...

—¿Y bien? ¿Qué puede hacerme? Soy libre.

Lo que solía ser (Camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora