16.

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—Siéntate junto a mí, Camila.

Lo hizo.

Era tan distinta.

Sinú Cabello sintió la satisfacción de ver junto a ella, como cuando era una niña y corría a su lado a contarle sus travesuras, a pedir clemencia o ayuda, a Camila. No a la fría Camila en la que se había convertido, sino a una más parecida a aquella Camila amable que había existido hace muchos años.

—No has ido a buscarla —dijo, como si siguiera el curso de una conversación súbitamente interrumpida.

Camila echó la cabeza hacia atrás en el respaldo del asiento.

Cerró un segundo los ojos.

—Camila...

—No, no he ido.

—¿No vas... a ir?

—Sí. Mañana. Pero no obtendré indulgencia.

—¿Qué le has hecho?

¿Decirlo?

No.

Sentía vergüenza. De sí misma, de todos sus actos...

—Hace seis meses, Camila, que vagas por la casa, que vas a la oficina, que viajas, que haces de todo para buscar un lenitivo... La debes amar mucho.

Camila tuvo rabia de sí misma.

¿Tan débil era que no sabía salir de aquella encrucijada? ¿Es que no podía doblegar aquel amor? ¿Tan fuerte era el amor verdadero que así se arraigaba con raíces tan hondas que nadie podía arrancar? ¿Tan obvio era que todos a su alrededor podían notar su dolor?

—Camila, hija, ¿por qué la dejaste marchar?

La miró entre sarcástica y dolida.

—¿Acaso crees que ella me dijo cuando se iría? Al día siguiente, cuando bajé a la oficina, tenía en mi despacho una carta que decía que admitiese su dimisión. Pude denunciarla al sindicato... Pude retenerla, buscarla, multarla y castigarla. Pero no lo hice. Se quería ir...que se fuese.

Se puso en pie.

— Pero no vives desde entonces.

No.

No vivía.

No se podía vivir con aquella pesadilla.

Con aquella ansiedad.

Estaba aterrada de no poder vivir sin Lauren.

—¿Adónde vas, Camila?

—A la oficina. Mañana tengo viaje pendiente.

—Aguarda, hija. ¿Pasarás por Chicago?

Miró al frente.

—No lo sé.

Pero sí sabía.

Y salió sin esperar respuesta, no quería seguir hablando del tema.


Casi enseguida entró Sofía feliz.

Tenía un hijo de quince días y todos eran felices en el hogar. Todos... menos Camila.

—¿No estaba Camila contigo?

—Acaba de irse.

Sofía se derrumbó en una butaca.

—¿Indagaste algo?

—No. Shawn fue la semana pasada a Chicago, sólo con el fin de encontrarla, está realmente preocupado por Camila, pero nadie sabe dar cuenta de ella. ¿Estamos seguras de que se llamaba realmente Lauren Jauregui?

Lo que solía ser (Camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora