14.

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Sonó el teléfono.

¿Lauren negándose a subir? Acababa de llamarla y colgó sin responder.

—Dígame.

—Soy Shawn.

Camila palideció.

—¿Qué quieres? ¿Cómo te atreves?

—Tengo que hablarte —fue la seca respuesta del chico.

Lo conocía. Sabía que estaba dispuesto a hablar y nada lo detendría.

—Di lo que sea y termina cuanto antes.

—Por teléfono, no —rotundo—. Ha de ser en tu apartamento, solos los dos.

No podía. Estaba esperando a Lauren. Y ella... ya no podía pasar sin Lauren.

—Mañana, si tanta prisa te corre.

La respuesta fue seca y cortante.

—¡Hoy!

En otro momento cualquiera, Camila le hubiese mandado a diablo. En aquél, no supo por qué, no pudo.

—Te digo que mañana —se resistió.

—Hoy. Ahora mismo. Voy camino a tu apartamento en este instante. Y te advierto que estoy en una cabina telefónica, a dos pasos del edificio.

—Está bien —gritó, exasperada—. Ven y acaba de una vez.

Colgó.

Se quedó mirando al frente.

Inmediatamente marcó el número del apartamento de Lauren.

Contestó ella enseguida.

—Aún estás ahí.

La voz fría, pero con matices hondos, susurró:

—lba a subir... ahora.

—Ya no lo hagas. Me he cansado de esperarte —cuando la estaba deseando más que nunca—. Déjalo para mañana.

Colgó antes que ella.

Se puso en pie y empezó a pasear la estancia de parte a parte, con las manos cruzadas tras la espalda.

¿Me conozco? —se preguntó a sí misma—. ¿Soy yo esta mujer?

Lo era.

Y se odiaba por serlo.

Sonó el timbre.

Shawn.

Era irónico. Había sido su mejor amigo, y, de repente cuando aspiró a la mano de su hermana, sintió rabia por él. Más tarde dejó el departamento de asesoría jurídica de su empresa, para irse a una firma competidora. El odio creció.

¿Qué sentía ahora?

¿Era ella tan egoísta que, dado su propio problema, el de Shawn y su hermana carecía de importancia?

El timbre volvió a sonar, esta vez más fuerte.

— Ya voy —dijo vagamente.

Abrió y Shawn entró sin saludar.

Camila cerró de nuevo y giró un poco. Sólo lo suficiente para quedar envarada ante su amigo. Y un pensamiento fugaz pasó por su mente ¿Había valido la pena perder a su único amigo por su propio capricho?

—Tú dirás —apuntó—. No creo que sea tan interesante lo que tienes que decirme, como para molestarme a estas horas. Pero espero que valga la pena que he tenido que cancelar cosas importantes.

Lo que solía ser (Camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora