15.

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Lauren soltó el cigarrillo en el cenicero y se incorporó un poco. Quedó como expectante. Un tanto temblorosa, fijos los ojos en el pálido rostro de Camila.

—Sentí rabia aquel día. Rabia del hombre que ocupaba un lugar a tu lado...—Comenzó a explicar Camila —, y rabia de ti, que tan fácilmente te entregabas. Debía de quererte ya, porque aquello dolió como si me arrancaran algo vivo del cuerpo.

—Tú no eres capaz de querer, Camila —dijo Lauren suavemente—. Tú tomas lo que te apetece y luego lo despides con una limosna.

—A ti, no —gritó exasperada—. Ojalá pudiera hacerlo. Realmente desearía poder hacerlo y dejar de sufrir. ¿No sabes? ¿No lo has adivinado aún? Estoy loca por ti, yo, que nunca estuve loca por nadie. Es ridículo y fuera de lugar que yo me haya entregado así a un cariño que desprecio tanto, a una mujer que me desprecia.

—Tú misma me hiciste despreciarte...—Sin embargo, sabía que la que quería más de lo que la despreciaba, pero aún tenía orgullo y dignidad que salvar— Si es que ya sabes que aquella mujer era tu hermana...

—¿Por qué?

—Por qué, ¿qué?

—¿Por qué, si no eras tú, pasaste por serlo? ¿Por qué?

Lauren sostuvo aquella mirada.

La sostuvo de tal modo, que, por un segundo, ambas se sintieron como confundidas y dolidas.

—¿Conociste alguna vez el agradecimiento, Camila? No. Tu no. Un ser tan poderoso como tú nunca tuvo que agradecer nada a nadie, porque lo ha tenido toda en la vida.

—No puedo pensar que tú...

—Yo, sí. Yo —casi gritó, con deje amargo— iba a morirme aquella noche. Tenía deseos de morir. No me mires así. No me atropellaron, pero hubiese deseado que lo hiciesen, no sabes cuánto. Pero al final, agradecí que no lo hicieran y agradecí aún más que me rescataran...

—¿Solo por eso?

—Para defender y proteger a alguien que quiero. Yo quiero mucho a tu hermana.

—¿Protegerla de mí? ¿Te parece que sería capaz de hacerle algo cruel a mi propia hermana?

—¿Hablas en serio? ¿Realmente hace falta preguntarlo?

No respondió.

—Eres hilarante, ella misma te tenía miedo, prácticamente todos los días me hablaba angustiada. Y no sabes lo difícil que es mentirle a alguien que quieres para no decirle lo que tu hacías conmigo y terminar de romperle el corazón.

—Si hubiera sabido...

—Nada Camila, si hubieras sabido, de cualquier manera, hubieras encontrado otra forma de conseguir lo que querías. ¿O me equivoco?

—Tu no me conoces...

—Eres un chiste, Camila...Y no tengo tiempo ni ganas para bromas.

Camila pensó brevemente en todo lo que Lauren acababa de decirle, y tenía razón en todo, bueno, en casi todo. Acertó en todo excepto en lo de no saber que es mentirle a alguien que quieres, porque Camila se mentía a ella misma sobre lo que sentía y también le mentía a Lauren, pero iba a dejar de hacerlo.

—Entonces, si no estabas con un hombre en tu alcoba del parador..., ¿existió esa persona en tu vida?...

—Ya te lo dije antes. No tengo por qué darte explicaciones. Ahora ya no me liga a ti deber alguno. No podrás seguir haciéndome chantaje. Yo sentí la vida —se alteró—. La sentí con toda su fuerza, al recuperar el sentido aquellos días recordé que siempre había querido disfrutar la vida, y deseé vivir otra vez pese a todo. Tu madre y tu hermana jamás me preguntaron adónde iba ni de dónde venía... Me admitieron y me quisieron así. Y yo, para evitar el escándalo que podría desencadenarse por la boda secreta de tu hermana, y tu reacción...

Lo que solía ser (Camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora