〖12〗Pesadilla Vívida

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Me pongo de pie rápidamente y atravieso la puerta del dormitorio.

—¡Fuego! ¡Hay fuego! —no dudo en golpear las puertas de las habitaciones de Félix y Alistair llamándoles.

¡Los otros!

Giro sobre mis pies y me apresuro escaleras arriba.

—¡Rhosyn! ¡Jecht! —golpeo sus puertas. Jecht es el primero en salir.

—¿Melione? ¿Qué está pasando? —los ojos de cordero de Jecht se muestran confundidos

—U-un fuego ha empezado en mi habitación. ¡No sé cómo! No me dormí con la lámpara de gas encendida.

A no ser que lo olvidara... ¿O paso algo extraño en mitad de la noche?

—¡¿Y los otros?! —Jecht se apresura frenéticamente a salir de su habitación y cierra la puerta detrás de él.

—Intente despertarles, pero necesitaba asegurarme de sacaros a vosotros dos.

Rhosyn parece medio dormida cuando se asoma por la puerta de su habitación

—¿Un incendio? —pregunto angustiada mirando a los lados del pasillo

Siento que ha pasado tanto tiempo desde que hable con ella.

—Debemos irnos.

Al doblar a la esquina, veo a Lachlan, Alistair y Félix parados en la puerta de mi habitación mirándome directamente.

—Melione que... —interrumpo a Lachlan

—¡¿Qué estáis haciendo ahí?! ¡Tenemos que irnos!

¿Pero a dónde?

Me asusto al recordar que no tenemos a donde ir. Nadie se mueve, a pesar de la urgencia y el miedo escrito en mi rostro. Me siento nuevamente invisible, como en el primer encuentro en la recepción.

—¿Por qué nadie...? —mis palabras se apagan al fijarme en el rostro preocupado de Alistair, su cabello oscuro esta desordenado y sus ojos adormilados intentando estar despierto.

—No hay ningún fuego, señorita Melione —desconcertada ante las palabras del joven mayordomo, abro la puerta de mi habitación.

Cuando miro dentro no hay llamas. Exhalo exasperada y confundida.

No puede haber sido otra pesadilla ¿verdad?

Pasaron varios minutos en los que me esforcé para calmarme y analizar lo que verdaderamente paso. Finalmente, volví al pasillo con los demás.

—Parecía tan real... el calor, el olor y crepitar de las sabanas quemadas.

También los ecos de risa que se desvanecieron...

—Pueden parecer reales a veces, nadie duda de cómo te sientes —las palabras de Alistair me reconfortan— Pero, parece que los tuyo especialmente están empeorando —asiento, conteniendo la presa de lágrimas cuando se acerca para regalarme un cálido abrazo.

—Vosotros dos —Lachlan se gira hacia Jecht y Rhosyn— Regresen a sus habitaciones y bajen a desayunar una vez que se hayan vestido.

Rhosyn está a punto de decir algo, pero Jecht apoya una mano en su hombro y esta refunfuña ante la demandante orden del mayordomo.

—Melione, estaré aquí para hablar —reconozco la oferta del joven castaño y sus ojitos de cordero, y le doy las gracias. Sin embargo, Rhosyn me mira con el ceño fruncido antes de doblar a la esquina. Luego, Lachlan se gira hacia nosotros.

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