〖13〗Visiones

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—"Hoy he ayudado a un lobo herido. Lo he visto muchas veces mientras Michael y yo jugábamos en el bosque. Aunque cada vez que intentaba interactuar con él, huía. Supongo que esta vez estaba desesperado por ayuda" —levanté mi mirada observando cómo me prestaban atención— "Hice lo que pude para curar sus heridas, pero, por desgracia, no soy ni un médico ni una experta en lobos. Como agradecimiento, el lobo lamio mis mejillas. Nada en mi temía a este lobo. Veras, aunque muchos dicen que son criaturas feroces, yo que tienen almas gentiles".

La visión del recuerdo se convierte en la mía y puedo ver a través de sus ojos. Estamos tumbados en el prado, la hierba nos amortigua mientras tomamos el calor del sol. Somos amigos, humano y animal.

La mano de alguien irrumpe entre las páginas y yo. Cuando miro hacia arriba, es Félix.

—¿Sigues aquí? —Félix se inclina para llamar mi atención y cuando mis ojos se encuentran con los suyos, todos los recuerdos escritos en el diario se repiten en mi cabeza. El diario cae de mis manos— ¿Qué viste? — Hay un tono sutil de preocupación en sus palabras y no tengo palabras para explicar lo que estoy sintiendo. Nostalgia con algo de melancolía, quizás.

No estoy segura de por qué, pero siento que he conocido a Félix en algún lugar antes.

Como si mi mente hablara por sí misma, llamo su nombre en voz alta, sin embargo, me mira con una expresión de miedo, preocupación y esperanza.

Quiero decirle que puedo verle y que está bien si se toma su tiempo para abrirse conmigo.

Poco a poco me doy cuenta de por qué siempre está en conflicto. Félix no me odia. Su odio es hacia otra cosa. No sé lo que me pasa, pero estoy envolviendo mis brazos alrededor de Félix y tirando de él hacia mí.

—Lo siento —las palabras salen de mi boca, pero no estoy segura de lo que significan

—¿Qué estas...? —no lo escucho. Todo lo que puedo ver es el bosque y el lobo. Parece como si nadie más estuviera aquí excepto él y yo. Agarro su mano y lo saco de la habitación— ¿A dónde me estas llevando?

—Quiero leer una historia contigo...

...

La biblioteca. Es un aura familiar, abierta con un aire que huele al fuego de medianoche y al perfume de escritura antigua.

—Melione, estas actuando extraño.

—¿Lo estoy?

Quizás estoy actuando sobre unos recuerdos que no son míos.

Deambulo por el pasillo repleto de estanterías, bailando al son de una canción que no me pertenece. Sin embargo, Félix me sigue con incertidumbre. Cuanto más lo pienso, más me siento como si fuera más que una extraña obligación para Félix.

—¿Cómo están ordenados estos libros? —señalo el estante que está cerca

—Por autor, por supuesto. ¿Qué estás buscando?

Me doy la vuelta para verlo de frente, colocando mis brazos detrás de la espalda juguetonamente.

—Cualquier cosa que me lleve hasta ti.

Desconcertado, se queda en silencio y rompe el contacto visual conmigo.

—Estás haciendo suposiciones de nosotros que nunca sucederán.

—Sin embargo, en el momento en que tienes algo que compartir... —no conozco estos pasillos y no conozco a estos autores. Solo actuó por instinto y lo que se siente natural.

Hay al menos diez filas, pero en el que mi mirada se centra es en el que no puedo alcanzar. Salto una vez. Dos veces. En el tercer salto, sus manos descansan repentinamente en mi cintura.

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