〖21〗En Paz Conmigo Misma

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Desde que rompí la maldición sin darme cuenta y liberé a todos de mi propia jaula, emprendimos el sendero que nos llevó hacia el pueblo, llegando hasta la acogedora casa de Rhosyn. Estuvimos poniéndonos al tanto del lugar que se resplandecía ante nosotros, este nuevo mundo desconocido. Finalmente, tuve una conversación privada con Felix y Lachlan, en la que nos sumergimos en un abrazo de "hasta luego", ya que los incité a que emprendieran ahora su propio camino. Les aseguré que, si algo salía mal, ahora había un lugar al que volver sin permanecer todo el tiempo allí.

Felix, deseando experimentar las cosas que nunca podría aprender a través de los libros, decidió abandonar Horowitz y emprender una travesía por diferentes lugares del mundo sin un destino en mente, ocultando su verdadero ser. Ahora solo podía imaginarlo en alguna parte del planeta, acostado sobre una manta debajo de un árbol, liberando su identidad sin que nadie lo viera. Su decisión me emocionó sobre el hecho de que por fin podría compensar todos los años que pasó atrapado entre esos muros, y cómo podría escuchar más de su conocimiento infinito cuando nos volviéramos a ver.

Por otro lado, Lachlan decidió irse a vivir a la colina de una montaña y construir su casa de campo, adoptando animales de los que cuidar en su granja. Podía visualizar el humo saliendo por la chimenea de la fogata que ardía a través de la ventana. Me lo imaginaba cuidando de su preciado jardín y sus animales, disfrutando de la serenidad del silencio que se interrumpía por el sonido musical del gramófono mientras leía un libro.

Finalmente, Rhosyn me presentó como un familiar cercano a las personas de su vecindario para no levantar sospechas. Desde entonces llevo su apellido y vivo en su casa con sus abuelos. Los primeros días, me dieron una reprimenda al pedir un vagón a motor con la idea de que aún tenía mucho que explorar de la ciudad, sin embargo, no conocía el método de pago para el viaje. Y aunque de algún modo Rhosyn pudo pagar el viaje, me prometí a mí misma nunca más subirme a una cosa de esas, luego de luchar contra la oleada de náuseas en vez de disfrutar del paseo. Menos mal que Rhosyn me ayudó a reponerme con uno de los dulces estrambóticos que vendían en la ciudad, una tal manzana acaramelada bañada en chocolate, mientras charlábamos en el banco de uno de los parques, evitando hablar de la mansión, creyendo que es mejor seguir adelante y no mirar atrás.

...

Este nuevo mundo extraño me cautivaba. Aquí podía escuchar música cuando quisiera sin necesidad de una actuación en vivo. Y podía ver momentos capturados y reproducidos en forma de imágenes en movimiento.

Me gustan especialmente los humanos de aquí. Parecen más relajados y son más propensos a escuchar la lógica en lugar de las supersticiones.

Es una pena que mi hermano Michael y yo no naciéramos en esta línea de tiempo.

Abrí mi joyero colocado en mi tocador y saqué un delicado collar. Antes de cerrarlo, un colgante diferente cayó de su gancho. Era el collar de Jecht.

Aun no sé qué hacer con esto.

Jecht desapareció junto con la Mansión, dejando atrás solo la cadena de su colgante.

—Donde quiera que estés, deseo que tú también te deshagas del odio que te poseía. —musité con pesar, mirando el colgante en la palma de mi mano.

Y que tus victimas encuentren la paz.

Al devolverlo al joyero, cerré la pequeña puerta de madera. El sonido de una campanilla me avisó de que tenía compañía. Me volví hacia el espejo y miré mi reflejo. La mujer frente a mí era yo, pero una que apenas podía reconocer. Ella era a quien estaba aprendiendo a reconocer. No Walpurga ni los otros muchos nombres que elegí para mí. Solo yo, Melione. Sonreí y giré sobre mis tacones, examinando mi vestido de flores que llevaba puesto.

WALPURGA ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora