El drama de Gustavo

534 36 53
                                    

'

Roberto llegó al lugar y empezó a correr buscando a Marrero y gritando su nombre:

— ¡SANTIAGO!, ¿¡DÓNDE ESTÁS!? —miró hacia su derecha y vio un cuerpo tirado en el piso, fue de inmediato asustado, y miró y era el joven con sangre en la cabeza, se agachó y desesperado lo agarró y lo llamó a saber que no respondería—Santiago —lo sacude, pone su cara en el pecho de su amigo, cuando entra en si, agarra su celular y llama a la ambulancia.

En la casa de Gustavo afuera estaba él con una chica morocha.

—Hola, amor te asuste, ¿no? —apoyó su mano en el pecho de Gustavo, que se la sacó de encima con bronca.

—Primero, no me llames amor y segundo ¿qué mierda haces acá Maria? 

—¿Cómo que vine hacer acá?, te vine a ver, te vi en el hotel y...

—Espera —la interrumpe— ¿Vos sos la que vi y luego desapareció?

 —Sí era yo —dijo acercándose a él—. Mirá Gustavo se que no fui buena contigo en ese tiempo era una adolescente inmadura y celosa. 

 —Yo también era un adolescente, pero no lastimaba a nadie, ni insultaba.—dijo con la voz quebrada—. Y mucho menos pegada como vos hacías conmigo, casi me matas al darme ese sartenazo en la cabeza ese día. Me decías que nunca iba a llegar a nada en mi vida con la guitarra, que era un inútil, no me dejabas salir con mis amigos, me manipulaste me decías que ibas a cambiar y cada vez era peor. —lloró al recordar esos días.

—Lo sé. —reconoció mirándolo apenada, pero Gustavo no sé iba a dejar manipular otra vez—.  Bueno ve el lado positivo —pone la voz suave—, me equivoqué con lo de la Guitarra. —apoya su cabeza en el pecho del contrario, ella siente esa calidez y pureza que transmitía, se aleja y lo mira.

 —Andate —ordenó—. Que te vayas, ¿qué no entendés? —ella lo sigue viendo —. No me vas a convencer con esa carita de supuesto ángel, antes si te veía como un ángel que pensaba que me iba hacer feliz, pero me equivoqué, te convertiste en un demonio. —se seca las lágrimas, la chica lo ve y llora— ¿Lloras? ¿o te estás derritiendo por el hielo que sos? 

 —Sigues teniendo esa paz, pureza y calidez que me gustaba de vos —Gustavo la mira cansado de ella—. No te merecía —lo mira fijamente a los ojos—. Perdón —se va.

 Gustavo rompe en llanto pegando su espalda a la pared y se deslizó hasta llegar al suelo tapándose la cara, el sonido del celular lo interrumpió¨Rober Musso¨, leyó en la pantalla y le extrañó ver que lo llame a esa hora le contesta tratando de que no se noté su llanto.

—Rober, ¿qué pasa? 

El vocalista notó su tono de tristeza.

—Topo, ¿estás llorando? 

—No, solo me agarro una alergia. —un sollozo lo delata.

—Topo, voy para tu casa, ¿estás ahí?

 —Sí, pero no vengas —aunque si necesitaba de alguien—. Es una tontería, ¿por qué me llamaste? —trata de levantarse, pero sus piernas están muy débiles y se cae.

—Voy para allá. —Roberto corta y se da vuelta y ve a Tavella y Alvin que los había llamado primero.

—¿Qué pasa, Rober? —preguntó Tavella

—Voy a ver a Topo está llorando —se guarda el celular en el bolsillo—. Ahora vengo. —se va del hospital.

Tavella se sienta mientras que Alvin está apoyado en la pared y llega la doctora.

—¿Cómo está Santi? —preguntó el batero

—Va a estar bien, aunque un golpe en la sien es muy grave.

Tavella y Alvin se miran sorprendidos.

 —¿En la sien? ¿lo podemos ver? —preguntó el bajista.

—Sí, pero solo uno —Tavella lo miró a Alvin.

—Entra vos.  

 —¿Yo? —el contrario asiente con la cabeza—. Bueno.

—Seguime. —la doctora lo guió a la habitación de Marrero.

 Al llegar le abre la puerta, Alvin al entrar lo ve acostado con una venda en la cabeza.

En la casa de Gustavo, que sigue sentado por la debilidad, al sentirse así recuerda como le decía su ex «Eres muy débil». Al recordar eso trata de levantarse para demostrarse que no lo es, apoyándose en la pared con los brazos para atrás. 

—¡TOPO!

 Escucha y levanta la cabeza y lo ve a Roberto corriendo hacia él, que lo abraza y Gustavo deja caer su peso.

—Espera boludo que pesas. —con la pierna izquierda hace equilibrio hacia atrás para no caerse por el peso de su amigo— ¿Qué pasó? —Gustavo lo abraza fuerte llorando desconsoladamente—. Ya tranquilo, vamos a la furgoneta y me cuentas qué te pasó mientras vamos al hospital. 

—¿Hospital?, ¿qué pasó?, ¿qué por fin le van a colocar una neurona a Alvin? —Roberto se empezó a reír.

—No —dijo serio—. En la furgoneta te cuento, vamos.

En el hospital Alvin lo ve a Marrero.

—Fue tu tío, ¿verdad?

Continuará.....

Cuarteto de NosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora