Volver a las giras

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Luego de pasar por los problemas, todo volvió a la normalidad con sus giras por toda Latinoamérica, Colombia, Paraguay, Chile, Argentina, Bolivia y México este último país nombrado están en un hotel y Marrero no paraba de recibir llamadas de María, pero él le colgaba cada vez que veía su nombre en la pantalla, mientras Gustavo recibía llamadas de Lola que obvio eran contestadas.

Habitación de Tavella y Marrero.

—¿Te sigue llamando María? —le preguntó al verlo con cara de cansado y viendo el celular.

—Si, me tiene harto.

—Atiende y si te dice tonterías le cortas. 

—No quiero escucharla Tave.

—Bueno como quieras y pensar que hace poco te le tirabas encima.

Habitación de Alvin y Gustavo.

—¿Y cómo está Lola?

—Muy bien, me dice que me extraña y a vos también.

—A vos te debe extrañar más.

—¿Por qué lo dices? —Alvin mira para arriba.

—No nada.

—Me dijo que también va a ver a Fede y juegan.

—Veo que se cayeron bien.

 —Si, Lola la está amando a Fede.

—Bueno Fede te dice papá, falta que le diga mamá a Lola. —Alvin lo mira a Gustavo que está con cara de confusión.

—¿Por qué le diría mamá? —Alvin suspira.

—Olvidalo, con Santi, ¿Como estás?

—Bueno vos ves que no le hablo mucho, en el escenario se me hace difícil ignorarlo.

—Es que cuando Tave canta enamorado tuyo los dos se juntan y últimamente se volvieron a juntar.

—Sí, pero nada más, cada uno con lo suyo.

—Se que Santi cometió un error, pero ya perdónalo.

—Lo pensaré.

Entra Roberto.

 —¿Están listos para hoy a la noche? —preguntó mientras se sienta en la cama de Alvin.

—Sí como siempre. —dijo el batero

—Es que luego volvemos a Uruguay.

—Que rápido pasó todo. —añadió Topo.

—Será porque no tuvimos a María que nos atrase todo, esa chica era un lío.

—Hablando de María, no para de llamarlo a Santi.  

—Es más pesada que collar de sandia.

—María ya le pegó y lo celo, es una señal que tiene que salir de ahí.

—Ya salió de ahí, no la quiere ni ver. —dijo el vocalista.

—Mejor por su bien o le hará lo mismo que me hizo a mí, voy a salir a caminar.

—Está bien, cuidate.

Gustavo está en la calle recorriendo tiendas hasta que escucha:

—Hola, cornudo Antuña. —Gustavo se da vuelta y lo ve.

—Martín, ¿qué querés?

—Me dejaron un muerto en mi casa, por su culpa estuve preso por culparme de la muerte de ese tipo, me liberaron ya que se dieron cuenta que no tuve nada que ver.

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