La culpa de Marrero

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Los del cuarteto se enteraron de que María había sido violada por su padre, menos Marrero y Gustavo.

—Rober, ¿de qué no nos tenemos que enterar Santi y yo? —Roberto mira a Tavella.

—Primero volvemos a Uruguay y ahí se enteran.

—No, ahora que me va a matar la ansiedad.

—Bueno te metes la ansiedad en el orto, una vez en tu puta vida haceme caso pendejo.

—Bueno, bueno, calma, ¿si?, vamos al hotel a descansar así mañana volvemos a casa. —dijo Alvin.

Al día siguiente.

Llegando a Uruguay todos fueron a la casa de Roberto.

—Hola. —viene Fede corriendo—. Hi... —no acabó la frase, que la ve a Fede pasar de él y abrazar a Gustavo— ...ja.

—Hola, hija, ¿cómo estás?

—Bien, pero no sé qué le pasa a María, mamá y Lola no me quieren decir.

—Hola, Santi, ¿podes venir?

—Si Lau, ¿qué pasa? —Laura lo lleva a Marrero a la habitación que está María.

—María. —el tecladista va hacia a ella y la ve tirada en la cama.

—María. —ella escucha su voz y lo mira.

—Santi. —se levanta y lo abraza—. Por fin estás acá.

—¿Qué le pasa?

—Te lo voy a decir, pero por favor tranquilo.

Mientras Roberto se lo dijo a Gustavo.

—¿Cómo que María fue violada por su padre?

— Sí. —Gustavo no sabe cómo reaccionar—. Topo.

—Hijo de puta, lo voy a matar. —Roberto lo agarra de los hombros.

—Topo se que es fuerte, pero tranquilo por favor.

En la habitación de María.

—Lo voy a matar. —María está aferrada a él—. Es mi culpa, por no defenderla.

—Santi estabas trabajando.

—Pero, sabiendo que está el padre acá, me tuve que haber quedado.

—Escuchame, vos no tenes la culpa de nada.

—La culpa es mía, por haber ido sola a mi casa.

—No María tampoco es tu culpa.

Entra Gustavo y se sienta en la cama.

—María. —le acaricia la cabeza.

—Gustavo. —María suelta a Marrero y abraza a Gustavo.

—Estará todo bien.

Marrero se levanta y sale de la habitación.

—Santi.

—Tengo una bronca Roberto, hijo de puta.

—Lo sé. —Roberto lo abraza—. Tranquilo.

—¿Cómo querés que esté tranquilo con María así?

—Santi, ¿mira a quien traje? —se acerca Alvin con Paul en brazos. 

—Paul. —lo agarra y lo abraza.

—Había venido un señor que queria a Paul.

 —¿Qué?, ¿qué señor? —preguntó Roberto asustado.

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