Cuarteto de Nos

Perdón

Gustavo y Marrero estaban viendo en la computadora algo que no entendían que era.

 —¿Qué mierda es esto? —preguntó Topo. 

—Que se yo boludo, parece un documento, ¿será de abogado?

—De lo que veo dice: Otorgarle el título de abogado, al egresado Luis Marrero.

—¿Y para qué queremos esto?

—Por algo María lo descargo, tienes que dárselo al hermano de Rosa.

—No es mala idea. —escuchan un portazo y se asustan, hasta que ven que es Tavella y se alivian—. Sos vos Tave nos asustaste.

—¿Y quién va hacer pelotudo?, ¿y qué hacen con mi computadora?

—La necesitábamos, es que María le dio un pendrive a Topo y estamos viendo que tiene.

 —¿No tiene contraseña la computadora?

 —Sí, pero la vi en tu libreta. —le muestra la libreta.

 —¿Y qué encontraron?

Mientras tanto en la casa de Roberto.

—Fede no podes estar asi siempre. —dijo el vocalista viendo a su hija acostada llorando con la mirada perdida—. Mañana cuando vaya a ensayar te llevo asi lo ves a Topo ¿si? —Fede salta de alegría.

—¿En serio?

 —Roberto, tiene escuela mañana.

—Es verdad. —dijo desilusionada la niña.

—Lau, una vez.

—Mejor a la tarde llevala al parque y lleva a Topo, así es más divertido.

—Buena idea, ¿qué te parece Fede? —la hija vuelve a saltar de alegría.

—Sí, sí quiero ver al tío Topo. 

—Bueno duerme que es tarde. —Fede se acuesta y la tapa.

Al día siguiente afuera del estudio llegó Tavella con Gustavo y Marrero que se bajan mientras hablan.

—Bueno al rato le llevó este pendrive al hermano de Rosa. —dijo el tecladista.

—Bueno vamos que Alvin debe estar con humo echando por la cabeza. —dijo el bajista.

 —Sí. —dijo Gustavo que sintió como alguien le agarró el brazo.

—Topo 

Reconoció la voz, así que empezó a forcejear.

—Espera Topo, Topo por favor. —Roberto se pone enfrente de él—. Escuchame.

—¿Qué querés? —el de rulos vio la mirada de dolor de el contrario y el tono que usó con él que era de enojo.

 —Topo, perdón, no era mi intención golpearte. 

—¿Sabes cuantas veces escuche eso?, no pensé que volvería a escucharlo y menos de vos. —Roberto empezó a llorar y lo abrazo fuerte—. Soltame Roberto. —el contrario no lo suelta—. Que me sueltes Roberto. —sigue sin soltarlo— ¡QUE ME SUELTES! —Gustavo lo empuja— ¿¡QUÉ PARTE NO ENTENDES!? —Roberto se queda en estado de shock.

—Ya basta. —interfirió Tavella que ve a Roberto que está como apagado y va hacia él— Roberto. —le da palmadas en la cara—. Roberto, veni vamos adentro.

—To..topo. —dijo con la voz apagada.

—Roberto ¿qué te pasó en la voz? —se preocupo el bigote mostacho.