Cuarteto de Nos

Enojos

Luis le había descubierto a Maria una llamada con Gustavo en su celular.

—¿Qué haces con mi celular?, ¡¿cómo se te ocurre agarrar mi celular?!  —le saca el celular de las manos con bronca.

—Respondeme María, ¿qué hace Antuña en tus llamadas?

—¿Qué sos mi padre?, que sea la última vez que agarras mi celular, ¿me escuchaste?

—Que me respondas María, ¿te estas hablando con Antuña?

—¿Te pensas que Antuña es el único Gustavo que hay en esta vida?, es mi hermano.

—¿Tu hermano?, que casualidad que tu hermano se llame igual a tu ex.

—Si casualidad.

—¿Te pensas que soy estúpido?

—Llamalo, ahora sí, si se entera que estas con mi celular, puede pensar cualquier cosa y matarte.

—No, deja, te creo, te creo. —María se va a la habitación—. Sí te voy a creer. —dijo con sarcasmo, mira un papel que tiene en la mano que anotó unos números.

Al día siguiente afuera del estudio.

—Topo ¿cómo estás?, ¿cómo pasaste la noche en esa casa? —preguntó Roberto. 

—Te mentiría para no preocuparte, pero la pase para el orto, pasando por todos los rincones de esa casa y recordando todo lo que me hizo María fueron puñales, hasta me agarró ataque de pánico.

—¿Ataque de pánico?

—Sí, fue horrible, verlo tan mal y con palpitaciones no sabia que hacer, solo tratar de calmarlo.

—¿No llamaste a un médico?

—No, ni pensé en eso, solo estaba concentrado en calmarlo.

— ¿Y por qué no me llamaste a mí?

—¿Para qué te iba a llamar a vos?

—¿Cómo para qué?, para calmar a Topo.

—Pero si estaba yo, ¿para qué te queremos a vos?, deja de creerte que puedes con todo Roberto, Topo está bien conmigo.

—¿Bien con vos?, pero si ni llamaste a un médico cuando tuvo ataque de pánico, ¿qué va a estar bien con vos pelotudo?

—Ponete en mi zapatos Roberto, estaba nervioso y no tenía otra cosa en la cabeza solo que calmarlo.

—¿Nervioso?, no podes estar nervioso cuando alguien esta mal, tenes que estar tranquilo.

—¿Cómo voy a estar tranquilo teniendo al lado a alguien con ataque de pánico?

—¡Hubieras llamado a un médico, Santiago!

—Dejen de pelear. —dijo Gustavo entrando al estudio.

—Ves lo que logras con tus gritos, imbécil. 

De lejos se escucha la discusión de Roberto y Marrero. El bajista y el batero se alarman y ven entrando a Gustavo tapándose los oídos.

—¿Qué son esos gritos? —Tavella va hacia afuera.

—¿Qué pasa Topo? —preguntó Alvin.

Afuera Roberto sigue peleando con Marrero.

—¡Me voy a llevar a Topo a mi casa!, ¡ya que vos sos un inútil! —el tecladista le pega una trompada a Roberto y lo agarra de la camiseta.

—¡¿INÚTIL?!, ¡no sabes como odio esa palabra!, ¡baja un poco el ego Roberto!