De vuelta a casa

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Gustavo estuvo a punto de matarse, pero fue salvado por Alvin.

Alvin está acostado con Gustavo arriba de él consolandolo acariciándole la espalda luego de pasar por un mal momento.

—Alvin perdón. —dijo con tono desganado.

—Tranquilo, no pidas perdón. —le da un beso en la frente.

—Ayudame Alvin por favor. —llora desconsoladamente.

—Por supuesto que te voy ayudar Topito, de eso no tengas dudas, después de acá vamos a casa, te preparo tu comida favorita. —le acaricia la cabeza—. Todo va a estar bien.

Al día siguiente todos abrazan a Gustavo que parecía un zombie.

—Topo. —Marrero va abrazarlo.

—Salí de acá falso de mierda. —Marrero se aparta de Gustavo.

—Gustavo. —dijo María.

—Vos también vete de aquí, ni se te ocurra abrazarme. —Tavella lo agarra y lo abraza.

—¿Vamos? —preguntó Roberto.

Ya en el avión Alvin está sentado con Gustavo.

—¿Estás bien Topito? —le acaricia la cabeza.

—No. —se le cae una lágrima mientras mira por la ventana—. Solo quiero dormir.

 —Dormí tranquilo, te pongo una cobija. —le coloca la cobija.

—Gracias Alvin, te quiero.

—Yo también, cualquier cosa me decis, ¿sí?

—Sí. —se acurruca en las cobijas y duerme.

Luego de horas de vuelo aterrizan en Uruguay.

— Topo, ¿querés ir a mi casa a ver a Fede? —dijo ya bajados del avión.

—No quiero que me vea así, Rober, y menos con una venda en mi muñeca.

—Sabes que me tienes a mí, ¿no?, te voy ayudar en todo lo que necesites. —dijo el vocalista.

—Yo también. —dijo el batero.

—Yo también. —dijo Tavella.

María y Marrero miran de lejos.

—Lo que le pasa a Topo por es mi culpa. —empieza a llorar y sale corriendo.

—¡SANTIAGO! —María va corriendo detrás de él.

—Quiero ver a Fede, pero no quiero que me vea así.

—Le decimos otra cosa, no sé, vamos todos a mi casa.

—Como quieras, subamos a la furgoneta. —dijo Alvin.

Todos se suben y van directo a la casa de Roberto, en la furgoneta Alvin le está acariciando la cabeza a Gustavo que está mirando hacia la ventana.

—Me duele verlo así a Topo, me quema. —dijo Roberto.

—A mí también me duele, pero lo vamos ayudar, le vamos a conseguir un psicólogo. —dijo Tavella.

—Voy hablar con Rosa mañana para ver si ella conoce a alguno.

María seguía corriendo a Marrero mira para todos lados hasta que lo ve llorar en un callejón.

—Santiago. —va hacía él y se sienta su lado y lo abraza de costado.

—Quiero estar solo María.

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