capítulo 25

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Keity Martínez F.

Necesito empezar a buscar las piezas del rompecabezas.

De algún modo creo que la carta que recibió mamá de parte de papá; es una gran ficha.

Yo conserve mi carta, así que por naturaleza sé que mi madre también la conservó.

Solo necesito escabullirme en su habitación, encontrarla y leerla. Quizá ahí estén ciertas respuestas.

Mamá y vannia fueron al supermercado a mercar y es mi oportunidad.

Abrí la puerta de la casa y la dejé entreabierta; para que cuando ellas vayan llegando a casa yo pueda escuchar sus voces y terminar la misión antes de que me vean.

Entré a la habitación con cuidado, visualice su nochero y abrí el primer cajón.

Nada, solo habían pastillas para dormir y accesorios.

Segundo cajón.

Nada, solo exámenes de sus estudiantes.

¿Quién guarda exámenes de sus estudiantes en su nochero?

Que rara es mamá.

Tercer cajón.

Nada, solo tenía una llave suelta y las cartas que le había dado de niña en cada cumpleaños y día de la madre.

Las conserva, que linda.

Esto confirma aún más que conservó la de papá.

Me dirigí a revisar su armario: debajo de las sábanas que tenía guardas, en su ropa.

Nada.

Quizá en sus zapatos.

Me puse en cuclillas y revisé cada uno de sus zapatos.

- ¿qué estás haciendo? - preguntó una voz detrás de mí.

Por un instante el susto me invadió y sentí erizarme.

Me levanté rapidamente y voltee a enfrentar lo que fuera. El miedo se me convirtió en sorpresa.

- ¿qué haces tú aquí? - le pregunté al idiota que estaba de pie en el marco de la puerta de la habitación.

- iba a golpear, pero ví la puerta entreabierta y pensé que quizá alguien se les había metido - se excusó cruzado de brazos juzgandome con la mirada.

Le dí la espalda, me puse en cuclillas de nuevo y seguí buscando.

- sí se nos metió alguien - respondí al tiempo que sacudí un botín color vino tinto.

- ¿en serio? ¿quién? - preguntó apresurado Alexis.

Giré en cuclillas para verlo

- tú - respondí y sacudí una sandalia.

Nada aún.

- hablo de algún ladrón o loquito - aclaró frunciendo el ceño.

- no le veo la diferencia - comenté y giré de nuevo para colocar en su puesto la sandalia.

No es la distancia, es el destino.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora