capítulo 30

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Keity Martínez F.

- ¿Puedo saber por qué no nos encontramos ese día después de mi entrenamiento? - preguntó Cian con un tono alto en el que pude percibir el reclamo.

- supongo que me ocupe y se me olvidó - respondí restándole un poco de importancia.

Por fin nos habíamos reunido para hablar. Era cierto que no estuve pendiente del tema porque estaba algo distraída con mis amigos.

- ¿Te ocupaste por 3 días? - preguntó de nuevo y pude sentir que me juzgaba con la mirada.

- sí, bueno. No importa, ahora estamos hablando - comenté aferrandome a mi chaqueta para que no se escapara el calor de mi cuerpo. La noche estaba fría y había una luna llena tan grande que no nos hacía sentir solos en las calles fantasmas.

- Claro que importa. ¿Olvidaste el plan que tenemos? - inquirió insistente en hacerme ver que yo era la culpable de que no nos hubiéramos visto.

- No - respondí cortante.

- supongo que tus amigos te distraen mucho - concluyó en un susurro mientras acomodaba su gorro de lana.

Ignorare ese comentario.

- ya que estás hablador hoy e insistente con el tema de que apenas nos pudimos reunir; supongo que tienes algo para contarme - comenté y lo miré de reojo.

- También estoy ansioso por lo que dijiste que habías descubierto - respondió suspirando.

Estábamos caminando sin sentido alguno, solo le dábamos la vuelta manzana a unas cuantas cuadras. Ya habíamos pasado por nuestras casas 2 veces.

- bien. Resulta que el día que vannia llegó nos dió una carta a cada una; de parte de papá - le informé. Él caminaba con pereza y me veía de vez en cuando de reojo - yo encontré la carta que le dió a mamá - añadí y su atención quedó clavada en mí.

Me pregunto qué dirá en la de vannia.

Quizá era una simple hoja en blanco porque ella ya sabía todo. O quizá ahí le daba algunas indicaciones.

Cian carraspeó la garganta ruidosamente.

- ¿Quieres saber que decía? - pregunté.

Él se quedó en silencio y me lanzó una mirada juzgona y seria.

- solo decía: "espera la cena" - comenté mirándolo fijamente para ver su reacción.

Frunció ligeramente el ceño y a los pocos segundos lo relajó. Él se había percatado de qué cena hablaba.

- así que tenía razón. Esa noche estaban poniendo al tanto a tu madre - comentó y yo asentí - bueno, pero eso no ayuda mucho que digamos. Era una sospecha mía y con esa carta solo se confirmó. No cambia nada - concluyó pateando una roca que había en el camino.

Suspiré pesadamente.

- quizá para ti no significa nada, pero para mí sí - comenté - al menos sé que mi madre no tenía nada que ver con esto desde el principio - añadí frunciendo los hombros.

- sí, y ahora es parte de esto, y al parecer lo aceptó - concluyó Cian.

Pasamos por nuestras casas de nuevo y seguimos nuestro camino sin rumbo fijó.

No es la distancia, es el destino.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora