Capítulo 3

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Taehyung

Por fin te he encontrado.

Me ha costado un verdadero triunfo hacerlo. Cuando Jungkook dejó la academia para ir al frente, perdí todo contacto con él. Al terminar la guerra, tiré de mis contactos en el ejército y cuando supe que había sobrevivido y que había regresado a su Busan natal, no dudé en seguirle hasta aquí.

Te hubiera seguido al mismísimo infierno.

Vamos caminando hacia su casa, el uno junto al otro, en completo silencio. Puedo ver su incomodidad y lo entiendo. Fui un verdadero hijo de puta con él. Pero no supe hacerlo de otra manera.

Desde niño, supe que algo no estaba bien conmigo. Cuando mis amigos empezaron a mirar a las niñas con deseo, yo los miraba a ellos. Sus cuerpos me resultaban increíblemente atractivos y me quedaba mirando su desnudez cada vez que íbamos al río a nadar. Pero aquello no estaba bien, por lo que intenté con todas mis fuerzas controlar aquellos impuros impulsos.

Pero cuando cumplí 15 años me enamoré perdidamente de mi mejor amigo, Park Bogum. Era un muchacho alto y fornido, con una preciosa sonrisa y unos profundos ojos oscuros que te invitaban a perderte en ellos. Durante más de un año entero, mantuve aquel enamoramiento en secreto, permitiéndome disfrutar de él como meros amigos. Nos pasábamos todo el día juntos, entre risas y bromas. Y juro que era suficiente para mí. Mi hyung era muy amable conmigo y sólo con eso, me hacía feliz. Pero una calurosa noche de verano en la que le robamos una botella de soju a mi padre, animado por los efectos del alcohol en mi organismo, me lancé. Estábamos tirados en la hierba, en un descampado. El cielo estaba plagado de estrellas, una suave briza azotaba su precioso cabello, las luciérnagas revoloteaban a nuestro alrededor... el ambiente era mágico y entonces, no aguantándolo más, le besé. Como era de esperar, me apartó de un empujón, tirándome y salió corriendo. Los siguientes días, me evitó a toda costa, pero al final, compartíamos escuela y amigos. Todos se preguntaban que había podido pasar para que pasáramos de estar todo el día juntos a ignorarnos por completo. Y fue entonces cuando Bogum empezó a decir que yo era un sarasa. Mi familia y mis amigos me repudiaron y todos me miraban con asco. Mi vida se convirtió en un calvario. Tuve que dejar de ir a la escuela porque mis compañeros me pegaban. La gente me tiraba mierda y comida podrida por la calle mientras me insultaban y me llamaban depravado, degenerado y cosas aún peores. Las madres advertían a sus pequeños de que jamás se acercaran a mí. No tuve más remedio que emigrar a un poblado cercano y vagabundear por las calles durante meses. Llegué a desear mi propia muerte. La guerra fue una vía de escape para mí. En cuanto el ejército solicitó voluntarios, no dudé en alistarme y así pude huir de mi triste pasado.

El rumor de que yo era un puto maricón me acompañó a la academia militar. Mis compañeros me empezaron a atosigar sin tregua. Pero yo no estaba dispuesto a dejarme vencer así que la primera semana mandé a tres reclutas a la enfermería con un montón de huesos rotos y sin la mitad de sus dientes. Nadie más volvió a meterse conmigo. El coronel al mando, un puto sádico, se obsesionó conmigo. Adoraba que yo no tuviera ni escrúpulos ni clemencia y rápidamente me ascendió a Teniente. Me mandó con todas sus bendiciones a la academia militar de Seúl y me puso al mando.

- Te llegaran unos niños sin valor ni cojones. Haz de todos ellos hombre con agallas dispuestos a matar por su patria - me dijo palmeando mi espalda. - Y tú no dejes que nadie te pisotee jamás. Toma aquello que quieras por la fuerza. Tú naciste para dominar, no lo olvides, Kim - me dijo a modo de despedida, antes de besar mi frente.

Antes de legar a la academia, nos asaltaron y viví en primera persona el horror de la guerra. Vi morir a hombres de ambos mandos de manera cruel, pero mi corazón hacía mucho tiempo que se había convertido en una piedra, incapaz de sentir amor, compasión o ternura. Mataba sin remordimiento alguno. Pero aquel baño de sangre me marcó aún más, convirtiéndome en un ser sin sentimiento alguno. Me apodaron 'El sanguinario'. Hasta los soldados de nuestro bando me temían y jamás hice un amigo en el ejército.

Hanguk Jeonjaeng 🔞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora