Capítulo 4

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Los días pasaban, y para mala suerte del italiano su hermano apenas daba señales de vida. Desde llamadas que eran respondidas después de unos cuatro días aproximadamente, mensajes que eran dejados en vistos y mucho más. La angustia lo atormentaba de gran manera.

Para muchos eso era tormentoso, pero al menos estaba librado de su hermano y sus quejas del trabajo, Mario con mucha más facilidad era libre de opinar y de hacer y deshacer lo que sea, su vida ya no dependía de cuidar a su asustadizo y débil hermano. No se quejaba de nada, era amable y considerado con los demás, pero le hartaba que no lo dejara ni por un segundo. Luigi por su parte siempre procuró cuidar bien de su hermano, salud, emocional y físicamente, o al menos eso pensaba...

Con los días transcurriendo, el italiano menor comenzaba a familiarizarse con sus colegas y puestos de trabajo, empleados que poco a poco comenzaban a amar el carácter lindo y atento que este les proporcionaba, y más las mujeres, que lo veían como el hombre perfecto para su familia o pareja. Esto nunca lo notó el castaño, miles de pensamientos le eran atravesado por la mente de lo que su hermano hacía, no le contaba y ya no llegaba a casa. Y es así como pasó casi dos meses y medio.

En esos dos meses, Luigi pudo saber más la vida privada de sus colegas de área, sus gustos y de quienes gustaban, comidas favoritas y hasta en donde vivían. Era como una segunda familia, sus penas las pasaban juntos he intentaban solucionarlos, era una manera más para no sentirse solo en su casa. Su propia familia no le hablaba, apenas e iba a visitar de vez en cuando la tumba de su padre, sus amigos estaban forjando su lazo de cariño un poco más, obvio que el italiano lo notó he intentó ayudarlos discretamente, era un simple plan, darles pistas un poco indirectas he intentar que se confesaran de la manera más romántica que se le haya ocurrido a Luigi. Pero obvio todo era arruinado por llamadas, o planes imprevistos de sus amigos. Esos tontos no notaban el esfuerzo del oji azul.

–¿Me podrías pasar el aderezo Roxanne? – dijo el menor en la mesa. Era una cena, simplemente una velada tranquila como siempre hacía el trío de amigos.

–Claro – exclamó la mujer pelinegra al notar que el aderezo estaba posicionado junto a su amigo y amor secreto. –¿Me pasas el aderezo Axel? –

–Sí, aquí tienes – de un momento el británico le rozó los dedos a su amiga, y una fina corriente de electricidad le recorrió en toda la mano, pero obvio no le dio importancia, y para esto Luigi dejó a la vista un ceño de cansancio en su cara y voz. Un suspiro salió de sus labios alertando a sus amigos.

–¿Pasa algo Lu? Te noto preocupado – preguntó la mujer con deje de preocupación.

"Obvio que sí babosa, ¡Mira como tienes al pobre hombre frente tuyo! Anda babeando por ti y tú ni en cuenta." –Nada Rox, solo que estoy pensando en los exámenes que les comenté el otro día – dijo el castaño enseñando con una sonrisa cansada a sus amigos. Cosa que sí era cierto.

𝙳𝚎𝚌𝚒𝚜𝚒𝚘𝚗𝚎𝚜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora