Capítulo 14

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𝙲𝚘𝚖𝚘 𝚝𝚘𝚍𝚊𝚟í𝚊 𝚜𝚘𝚢 𝚍é𝚋𝚒𝚕 𝚎𝚗 𝚎𝚕 𝚊𝚖𝚘𝚛, 𝚒𝚖𝚙𝚎𝚛𝚏𝚎𝚌𝚝𝚘 𝚎𝚗 𝚕𝚊 𝚟𝚒𝚛𝚝𝚞𝚍, 𝚗𝚎𝚌𝚎𝚜𝚒𝚝𝚘 𝚝𝚞 𝚏𝚞𝚎𝚛𝚣𝚊 𝚢 𝚝𝚞𝚜 𝚌𝚘𝚗𝚜𝚞𝚎𝚕𝚘𝚜. 

𝚃𝚘𝚖á𝚜 𝚍𝚎 𝙺𝚎𝚖𝚙𝚒𝚜

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Aquella mañana fue algo "sorpresiva" por decirlo de esa manera, Mario y Luigi desayunaron por primera vez en meses un plato por parte del menor, claro que la incomodidad siempre estaba presente entre las entrañas de Luigi y su cabeza.

Pero tenía algo más urgente que aclarar a Mario antes de ir a la casa de su madre, y eso era de su relación con Oliver. Al pobre lo carcomía la angustia y el estrés, lo tenía en la punta del iceberg a punto de caer al agua fría. Sabía que su madre aceptaría a medias su relación, pero Mario era otro tema aparte. Habían crecido de una manera un tanto anticuada, a la antigua diría yo, y eso también complementaba lo que era la homofobia, aquel asco a la sodomía y el acto de amar a un solo género lo llenaba de estrés y miedo extremo.

Pero dentro de todo él no podía hacer nada más que esperar la reacción de su hermano por aquel hombre que lo tenía engatusado y que de tal manera lo tenía comiendo en la palma de su mano. Pero sigamos viendo ese desayuno, café caliente aún en la taza azul marino de Luigi y una taza con un charco de café frío por parte de Mario, esa mañana al momento de terminar de comer Mario comenzó a mirar su celular intentando mirar los trabajos pendientes que tenía por parte de la plomería, claro que, para ese día había decidido tomarlo como libre y librarse de los molestos clientes, así que fue directo a su cuarto a cambiarse de ropa y a bañarse. Era sorprendente ver un cambio de actitud por parte del fontanero rojo.

Y más impresionante se va a poner la cosa cuando Luigi se de cuenta que ya era demasiado tarde para solo darse su baño habitual de casi media hora, sino que una hora. Tomó tranquilamente su celular y al ver las casi diez de la mañana fue corriendo directamente a su baño y agarrando las primeras prendas que encontraba en su armario de madera fue directo a quitarse con prisas cada prenda de su cuerpo e ir directo a la dicha. Ni menos de quince minutos ya se había duchado para luego cambiarse a algo simple, sencillo pero sofisticado, eléctrico como solía decirle Roxanne cuando se encontraban en el local con su pareja-mejor amigo.

Mario por su parte estaba acostado en su ahora arreglada y limpia cama, llevaba casi media hora así cuando escuchó un estruendo en la sala del primer piso. Lo alertó en parte, pero escuchar como maldecía el fontanero verde por no encontrar las llaves del departamento le alegraron, era claro que maldecir en italiano no era típico del castaño, pero escuchar como refunfuñaba por no encontrar algo o no hacer algo bien era como ver a un gato pidiendo a regañadientes que le dieran mimos en la cabeza. Así era Luigi.

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⏰ Última actualización: Jul 13 ⏰

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