Diferentes mundos, algo fuera de lo común, magia y cosas extrañas. Universos completamente paralelos pero que de algún modo se conectan.
Una vida algo extraña para un adulto de 24 años, un hermano sobreprotector, interés románticos en fracaso y un...
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Un mes. Eso es lo único que puedo decir, apenas llevando un mes de haberse convertido en novios, su relación nunca pasaba a un segundo plano a comparación como lo eran sus amigos. Axel y Roxanne eran muy melosos cuando estaban a solas o bien si estaban en el estudio de Luigi, eran lo bastante consientes para saber que el menor le era gracioso el cómo la mujer mostraba afecto, ya que no era de expresar abiertamente un abrazo o tan quisiera un cumplido sin sentirse presionada por miradas ajenas. En cambio, el británico era alegre por naturaleza y muy activos, le daba mimos cada que podía y los abrazos nunca faltaban, obvio que para ella y Luigi era muy cursi, nunca se negaron esa muestra de afecto por parte de él.
Claro que todo no puede ser miel sobre hojuelas, durante todo ese tiempo, Luigi intentaba hacer de su relación algo más que solo salidas a solas sin gente de por medio, de vez en cuando la unión de sus manos y tan quisiera un beso. No le molestaba que se negara a enseñar abiertamente su relación, pero le frustraba que Oliver fuera así de frío con él en la calle. No podía reclamarme por un poco de atención, pero claro que se sentía excluido de todo y de todos.
Para aquel entonces nunca dio señales que tenía una relación con otro hombre, Mario nunca puso la suficiente atención para darse cuenta de que su hermano se estaba deprimiendo por un amor un tanto monótono. Mario por su parte se la pasaba en el trabajo como plomero, no le disgustaba, era independiente en cuanto a vivir, pero seguía con la idea que su querido Lu yo ayudara con ese deber, no negaba que lo extrañaba, era su hermano, obvio que lo iba a extrañar. Las aventuras, conocer lugares que no solo le limitaran en Brooklyn, sino también en otros lugares, y era claro que le gustaba salir; casi a menudo salía con alguna que otra chica, no solo por ser chaparro le diera como limitante el no conquistar mujeres, era bueno persuadiendo a cualquier mujer que se le atravesara. Era carismático, chistoso, interesante y sobre todo respetuoso. En todo aquel año, nunca había sentido aquella necesidad de exaltarse con cualquiera; claro que siempre había una excepción.
Y ese era su hermano.
No iba a confesar que durante los meses anteriores no le agradaba la idea de que el menor fuera un poco diferente a él o a otras personas y lo restringiera a ser un poco más masculino. Generalmente era como dije, un poco más afeminado y algo resguardado con la gente, no es que no se supiera comunicar (bueno, de vez en cuando no podía) casi ninguna mujer se le acercaba para coquetearle, más bien las pláticas que tenía era más bien alejadas a algo romántico o tan vez algo íntimo. Nunca escucho de las bocas de las mujeres que Luigi se viera como un esposo y gran aportador a la casa, más bien escuchaba que era más bien de escuchar y aconsejar a todas las solteras y que era mejor tenerlo de aliado a que tenerlo de algo serio. Eso sí que le afectó en gran medida.
