Diferentes mundos, algo fuera de lo común, magia y cosas extrañas. Universos completamente paralelos pero que de algún modo se conectan.
Una vida algo extraña para un adulto de 24 años, un hermano sobreprotector, interés románticos en fracaso y un...
Las horas pasaban, el cansancio era abrazador para el oji azul, su cuerpo le exigía un descanso pero ya, llevaba días sin dormir bien, y sus pedidos por internet aumentaban. Tanto el costo como el esfuerzo. No negaba que era gratificante y de cierta manera alegre saber que sus cuadros y pinturas se vendieran de buena manera, pero le era cansado hacer dos trabajos a la vez.
Pasaba noches en vela, apenas y comía y el peso del cansancio lo había subestimado.
Después de aquella platica poco amigable de su jefe y líder de trabajo, comenzó a comportarse raro, las mañanas eran normales pero justo eran las tardes de almuerzo en donde comenzaba el caos.
La cafeteria, ese lugar en dos enamoradas trabajaban juntos sin siquiera saberlo, se correspondían bien, pero eran meramente rechazados por el nerviosismo y algo de culpa. Luigi por su parte siempre daba señales de que no importara lo que sucediera entre ellos, él nunca los dejaría de querer o sentirse solo y abandonado. Pero Oliver no ayudaba en mucho.
Con los días pasando, el oji azul se comenzaba a hostigar por la falta de comunicación de sus amigos, en un momento así, la desesperación ameritaba un empujón, y no sería demás que él lo hiciera. Importandole poco si su amistad se perdía por esa unión.
Las platicas, los regalos y el cariño se sentía en el aire, estando en la casa del italiano, toda su sala se sentía ese amor que hasta pata él le era empalagoso. Estando en la cocina le importaba poco si ellos decían lo que sentían estando su presencia apenas si a un cuarto. Pero no. No estaban haciendo nada más que platicar.
—¿Crees que si me meto a la Universidad para una nueva especialidad seria una buena idea? — preguntó el inglés.
—Claro, seria mejor que lo hucieras en esta temporada — apoyó la idea la pelinegra.
—¿Segura? —preocupado preguntó —¿Y si no soy admitido porque no tengo mucho que dar? —
—Claro que sí te admitirán, no pienses en negativo, eres uno de los mejores reposteros que he conocido, a parte seria un desperdicio si es que no lo hacen — animó la chica un tanto eufórica.
—¿Lo cree? —cuestionó
—No solo lo creo, sé que lo harás y muy bien —
—Pero aun así tengo que ver sobre la matricula, eso significa también doble trabajo —volvió a desanimarse el inglés.
